Reñas de libros: "Satin Island", de Tom McCarthy

 
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Hasta cierto punto hilarante, hasta cierto punto complejo y en todo momento adictivo. Es muy difícil intentar definir un libro que no es una novela al uso, un libro que tampoco es un ensayo, ni una obra de divulgación, ni una biografía, ni un informe, y que, además, no pretende ser nada de lo anterior. Puede que, como Carrère, Tom McCarthy sea también un estilo narrativo en sí mismo. Porque “Satin Island” (Pálido Fuego, 2016) es todo lo anterior y a la vez no es nada de eso. Y eso no quiere decir que sea una obra contradictoria aunque sea la contradicción lo que lleve a su protagonista, U., desde Turín hasta Nueva York en un viaje de poco más de 200 páginas. Si alguien me pregunta de qué va “Satin Island” no sabría qué decirle; si me dice que le haga un resumen de la trama, tampoco; pero si me pregunta si se lo recomiendo, la respuesta es un “evidentemente, sí”.



U. es un antropólogo empresarial acérrimo admirador de Lévi-Strauss y empleado de un enorme entramado empresarial (La Compañía). Su trabajo abarca un TODO tan subjetivo como la mente de su jefe, que responde al nombre de Peyman. Peyman es una persona que crea conceptos, ideas, ideologías y sistemas pero que no es un visionario. Peyman es un auténtico inventor de relaciones capaz de unir varios conceptos y establecer entre ellos una conexión que, aunque absurda, acabarán creyendo y dando por ciertas miles de personas en todo el mundo. En el futuro le citarán, las enciclopedias digitales tendrán entradas enormes con su biografía. Y Peyman es una eminencia de todo sin ser nada particular. Controla la dicción, el léxico y, sobre todo, parece verlo todo desde un punto que nadie más alcanza. En todo esto se parece Peyman se parece mucho a Tom McCarthy...

Por lo demás Peyman es un tío enigmático al igual que misteriosa es La Compañía y todos los proyectos que desarrolla. U. también es un personaje particular y todo su universo está lleno de gente curiosa: su amante esconde un secreto del que no quiere hablarle y a su amigo le han diagnosticado un tumor bastante chungo, y luego está todo lo que ve, lo que siente, lo que recopila, como datos sobre paracaidistas a los que no se les abre el paracaídas y se matan o sobre vertidos de crudo en el mar.

¿Qué qué tiene eso que ver con su trabajo? Absolutamente todo y absolutamente nada.  Porque el proyecto más reciente de U, ese que le lleva de cabeza y que le hace tan imprescindible para su jefe, es dar forma a El Gran Informe , una especie de documento etnográfico que sintetice toda nuestra era. Y todo es todo, lo que ha llegado y lo que nos hemos llevado por delante, lo que hemos omitido y aquello que ha brotado del pasado o de la nada. Lo pasajero y lo inamovible. Dar forma a este Gran Informe es una labor tan absolutamente rocambolesca que convertirá a U. en un nuevo Gregorio Samsa mutado y al borde del abismo que desde su diminuta posición abarca visiones animales, humanas y surrealistas hasta convertirse en un personaje metódicamente kafkiano. Por eso una de las opciones sería dar al documento forma de escarabajo gigante. Podría tenerla de cualquier otra cosa.

Puede que todo lo que te haya dicho antes te diga todo o no te diga nada sobre este libro.  Añádele el Santo Sudario de Turín, el ambiente discotequero del Londres de los noventa y la cumbre (y contracumbre) del G8 en Génova en 2001. ¿Ves la ecuación? ¿Encuentras la sinapsis?  Pues ahora sí que tienes todos los ingredientes para entrar en el universo de U.


La lectura de “Satin Island” me ha recordado irremediablemente a otros dos libros: “Las teorías salvajes”, de Pola Oloixarac y “Vacas, cerdos, guerras y brujas” de Marvin Harris, esa original obra que intenta dar respuesta antropológica (y lógica) a una  serie de curiosos enigmas culturales de nuestro mundo. En el caso de “Satin Island” hablamos además de un libro cuanto menos difícil de clasificar que acaba convertido en una de esas apuestas editoriales arriesgadas que sólo pueden salir bien cuando quien escribe es un auténtico prestidigitador de las palabras.

“Satin Island” es un una lectura obligatoria para mentes abiertas y para quienes buscar salirse de esquemas literarios estancos: sé tú mismo quién establezca relaciones, crea el argumento, saca si quieres conclusiones o permite que la obra te deje vacío. Ten la capacidad de hacerlo.

Con “Satin Island” aprendes a ver y a leer mejor y eso nunca te deja indiferente.

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