"Gente normal, / me condenáis: / a temblar, / a odiar, / a ocultarme, / a desaparecer..."
Los últimos momentos de la vida de Pier Paolo Pasolini bien merecerían pasar también a la historia en forma de fotogramas, una trama in crescendo con un duro final para una vida que había comenzado en Bolonia en 1922. El director fue brutalmente asesinado durante una fría noche de noviembre de 1975. Lo encontraron dentro de su lujoso Alfa Romeo Giulia 2000GT fuera de la carretera cerca de Ostia. Son muchas las hipótesis que han rodeado a su trágica muerte, aunque la versión oficial asegura que el la persona que lo asesinó fue un joven chapero al que Pasolini había solicitado sus servicios. Teorías de la conspiración no han faltado porque hay algo que está muy claro y que nadie pone en duda: Pasolini "molestaba".
Pier Paolo Pasolini era un hombre culto y cultivado en todos los sentidos. Estaba en excelente forma mental e intelectual. Era un agitador social, polémico y controvertido pero que, con ello y pese a ello, gozaba de buena posición económica y popularidad gracias a películas como El Evangelio según San Mateo. Homosexual y comunista, sus discursos políticos en la última etapa de su vida estaban costando demasiado al régimen, y se había convertido en un blanco perfecto para la derecha (y ultraderecha) italiana. Tampoco tenía demasiados amigos en la izquierda. Su desaprobación de la Ley del Aborto y su crítica a las revueltas estudiantiles del momento le valieron ser tachado de "católico marxista", a pesar de ser un "ateo reconocido".
El
punto álgido de lo que algunos han denominado su propia condena fue
su última película, Saló o los o los 120 días de Sodoma. Esta
cinta fue censurada en muchos países e hizo correr ríos de tinta
por su controvertida adaptación del famoso texto homónimo
del Marqués de Sade al periodo final del fascismo en una
pequeña villa italiana. En la película, además, Pasolini lleva hasta las
últimas consecuencias sus discursos sobre el genocidio del pueblo
perpetrado por el poder en nombre del desarrollo y de la homologación
al consumismo.
Las escenas de Saló son, en su mayoría, violentas. La película es cruel, no apta para cualquier estómago. Sin embargo, no fue su contenido (violaciones, torturas, coprofagia y demás) lo que incomodó a la sociedad, ya que el film se distribuyó después de su muerte. Lo que condenó a Pasolini fue su total desaprobación del modus vivendi que se estaba apropiando de la Italia de mediados de los setenta, tal y como había manifestado públicamente en artículos publicados en periódicos italianos.
Visto desde este punto de vista y en un contexto más amplio la teoría del "crimen pasional" parece más un intento premeditado de ensuciar la imagen de Pasolini que una explicación factible de su muerte. Por supuesto periodistas, amigos personales y gran parte del conjunto social nunca creyeron la versión oficial y un tanto "amañanda" de la policía. Aún así, casi cuarenta años después de su muerte, sigue habiendo flecos sueltos acerca de este brutal crimen.
Las escenas de Saló son, en su mayoría, violentas. La película es cruel, no apta para cualquier estómago. Sin embargo, no fue su contenido (violaciones, torturas, coprofagia y demás) lo que incomodó a la sociedad, ya que el film se distribuyó después de su muerte. Lo que condenó a Pasolini fue su total desaprobación del modus vivendi que se estaba apropiando de la Italia de mediados de los setenta, tal y como había manifestado públicamente en artículos publicados en periódicos italianos.
Visto desde este punto de vista y en un contexto más amplio la teoría del "crimen pasional" parece más un intento premeditado de ensuciar la imagen de Pasolini que una explicación factible de su muerte. Por supuesto periodistas, amigos personales y gran parte del conjunto social nunca creyeron la versión oficial y un tanto "amañanda" de la policía. Aún así, casi cuarenta años después de su muerte, sigue habiendo flecos sueltos acerca de este brutal crimen.
La televisión italiana invitó en 1962 a un director de cine a responder con un filme a la pregunta "¿por qué en todo el mundo se teme a la guerra?". El elegido fue Pier Paolo Pasolini, que realizó la película La rabbia y que no llegaron a emitir. Con su habitual espíritu crítico y su lucidez sin miedo a las más crudas verdades, el director de los enfrentó a la fuerza de la cólera que surge frente al aguante.
Lo macabro y morboso de los hechos que acompañaron a su muerte hace inevitable que
las biografías y recortes sobre Pasolini comiencen
relatando la noche en la que fue brutalmente asesinado, sin embargo, la muerte, calló al hombre pero no pudo cerrar la voz del artista, que se vio incluso más reforzada y reconocida.
Podríamos llenar páginas y páginas hablando sobre la obra de Pasolini. Primero como poeta, después como ensayista y dramaturgo y finalmente realizador, sus títulos y producciones se cuentan por decenas. Dirigió al mismísimo Orson Welles, colaboró con Andy Warhol y persuadió a la diva María Callas para que fuera su estrella en una película, y lo hizo todo desafiando en cada uno de sus trabajos al Estado y a las barreras sociales en un momento en el que la poderosa industria del cine italiano vivía días de gloria con Fellini, Visconti y Antonioni.
A pesar de su corte neorrealista (a todos los italianos de este periodo se les denomina "neorrealistas") Pasolini estuvo a la altura. Siempre lo estuvo. Por recordar algunos de los títulos que llevó a la gran pantalla destacar que dirigió grandes adaptaciones y recreaciones clásicas como "Edipo rey" (1967) y "Medea" (1969) o su famosa Trilogía de la vida, compuesta por "El Decamerón" (1971), "Los cuentos de Canterbury" (1972) y "Los cuentos de las mil y una noches" (1973).
Podríamos llenar páginas y páginas hablando sobre la obra de Pasolini. Primero como poeta, después como ensayista y dramaturgo y finalmente realizador, sus títulos y producciones se cuentan por decenas. Dirigió al mismísimo Orson Welles, colaboró con Andy Warhol y persuadió a la diva María Callas para que fuera su estrella en una película, y lo hizo todo desafiando en cada uno de sus trabajos al Estado y a las barreras sociales en un momento en el que la poderosa industria del cine italiano vivía días de gloria con Fellini, Visconti y Antonioni.
A pesar de su corte neorrealista (a todos los italianos de este periodo se les denomina "neorrealistas") Pasolini estuvo a la altura. Siempre lo estuvo. Por recordar algunos de los títulos que llevó a la gran pantalla destacar que dirigió grandes adaptaciones y recreaciones clásicas como "Edipo rey" (1967) y "Medea" (1969) o su famosa Trilogía de la vida, compuesta por "El Decamerón" (1971), "Los cuentos de Canterbury" (1972) y "Los cuentos de las mil y una noches" (1973).
Lo
más brutal de las obras de Pasolini, aquello que lo hace ir un paso más allá, es que muchas veces los mendigos eran mendigos de verdad
y los chaperos eran chaperos reales. Algunos críticos aseguran
que el sexo, la violencia y sadismo estuvieron muy presentes en su
obra, puede que demasiado, incluso de forma abusiva. Y no les falta razón. Por desgracia estos elementos también parecieron estar presentes en su muerte enturbiando una parte improtante de su memoria.
A veces la vida tiene estas paradojas estúpidas, trágicas y bellas.
A veces la vida tiene estas paradojas estúpidas, trágicas y bellas.
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