3 libros, 4 grandes biografías


Dentro de mis últimas lecturas he prestado especial atención a las biografías de mujeres. Entre ellas, quiero destacar especialmente 4 que se recogen en tres libros de referencia dentro de este género literario: la primera es la excelente (aunque breve) biografía de Virginia Woolf firmada por el editor Nigel Nicolson, hijo de Vita Sackville-West (aristócrata británica que inspiró “Orlando” y que fue amante de la escritora); la segunda, el sorprendente retrato que el periodista francés Jean Noël Liaut hace de las hermanas Lili Brik y Elsa Triolet, intelectuales y musas de la vanguardia rusa; y el tercero, el completo compendio de datos y experiencias vitales, unido a un elaborado perfil psicológico que de Maria Antonieta hace Stefan Zweig en las biografía más laureada sobre esta controvertida reina odiada por su pueblo y por su corte. 

Biografías: Virgina Woolf, de Nigel Nicolson


"Intentaban tocar con la punta de los dedos lo que únicamente se puede asir con la mano entera (...). Les costó (a Virginia y a Vita) 2 años de amistad alcanzar cierta intimidad y 3 años de intimidad admitir que se querían". 

Biografías: Lili Brik y Elsa Triolet, de Jean Noël Liaut



Retrato de Lili Brik 


Ciertamente, me parece un poco triste que las azarosa experiencias vitales de las hermanas Lilia y Elsa Kagan hayan pasado de largo por la historia y que su papel haya quedado reducido al de musas de las vanguardias rusas. Aunque también es cierto e indiscutible que ambas mujeres, a las que sus contemporáneos describieron de una inteligencia innata y de una belleza hipnótica y sensual, compartieron vida y lecho con algunos de los intelectuales más famosos de su tiempo, entre ellos Vladímir Maiakovski y Louis Aragon, de los que fueron al tiempo compañeras, amantes e inspiradoras. 

Biografías: Maria Antonieta, de Stefan Zweig



“Una frenética crónica de la vida de quien yació al lado de Luis XVI (trabajo le costó, a ella) y de quien terminó guillotinada. La escritura de Zweig es nerviosa. No desperdicia una palabra. Escribe como si lo hiciera con munición. Y su diana es mostrar al mundo una niña que llegó de Austria para desposarse, una mujer de carácter que hacía del capricho virtud y una reina cuya cabeza rodó. «Ya solo le queda una cosa que hacer: morir, y morir bien»". César Casal, La Voz de Galicia.