Hace un par de verano leí “El sueño del celta”, de Vargas Llosa. Me sorprendió muy gratamente la biografía de Sir Roger Casement, cónsul británico de origen irlandés y uno de los primeros occidentales que denunció los abusos e injusticias que ejercían los europeos en sus colonias. Casement vivió estos abusos en primera persona y quedó horrorizado por ellos, primero en el Congo y después en Perú, a donde había sido enviado como investigador del Foreign Office, y no dudó en dar testimonio de ello a través de distintos informes. También fue un importante defensor de la independencia de Irlanda e intentó conseguir ayuda alemana para esta causa durante los primeros años de de la I Guerra Mundial, lo que le acarreó la acusación de alta traición a la Corona Británica y la condena a muerte.
De nada sirvió que intercedieran por él sus compatriotas Arthur Conan Doyle, George Bernard Shaw o William Butler Yeats. Casement fue ahorcado en Londres el 3 de agosto de 1916 y su nombre borrado de las páginas de la historia.
Roger Casement y Joseph Conrad, en paralelo
Joseph Conrad conoció a Roger Casement durante su primera expedición al Congo como capitán de un barco belga. Al igual que él, Casement había viajado al corazón del continente africano convencido de que el colonialismo era beneficioso para los indígenas porque les aportaba el cristianismo y la civilización , pero lo que se encontraron allí fue radicalmente opuesto: torturas, abusos y una explotación tan atroz como destructora. Con el tiempo cada uno hizo públicas sus experiencias a su manera, Casement en diferentes informes diplomáticos que le granjearon fama mundial y Conrad a través del introspectivo relato “El corazón de las tinieblas”, también conocido en todo el mundo. El destino que corrieron sus nombres y su memoria, como sabemos, es radicalmente opuesto: Conrad fue laureado como literato a nivel mundial mientras que la figura de Casement, por controvertida, fue silenciada durante años. Sin embargo ambos están ligados, por decirlo de alguna forma, tanto en los terrenal, temporal y geográfico como en lo espiritual e ideológico. De hecho Vargas Llosa reconoció haber llegado hasta Roger Casement a través de una biografía de Conrad.
“El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad es un viaje a las profundidades del ser humano. La novela está llena de referencias y alusiones veladas y situles. Por ejemplo, en ningún momento aparece la palabra Congo aunque todos sabemos que el protagonista se encuentra allí. Sin embargo el lector no se pierde, sabemos en cada momento dónde quiere situarnos el autor. Por otra parte el relato transcurre por dos senderos paralelos: el primero, el viaje del capitán Marlow al corazón de la jungla en busca del Señor Kurtz y, el segundo, el descenso del propio Marlow a lo más oscuro de su ser. Dos viajes, sin duda, cargados de simbolismo.
Pero en esta historia también hay alusiones a personajes reales que son relativamente fáciles de descifrar. Son muchos los que ven una similitud latente entre Kurtz y el explorador británico Henry Morton Stanley, famoso por capitanear la exposición en la que fue rescatado (o encontrado) el médico y misionero inglés David Livingstone (aquel de “El Doctor Livingstone, supongo”). Sin embargo la figura de Stanley está llena de sombras ya que durante un tiempo trabajó para la Sociedad africana internacional, una supuesta asociación científica y filantrópica internacional promovida por Leopoldo II de Bélgica y que en realidad encubría una empresa particular de este ambicioso monarca. Las acusaciones de maltrato y asesinato de nativos sobre Stanley son constantes. Un agente de marfil que murió en el barco capitaneado por Conrad sería la segunda inspiración del escritor para crear al Señor Kurtz, personaje que representa el lado más oscuro del ser humano, el del hombre admirado y lleno de aptitudes en la civilización que al encontrarse en un entorno salvaje y completamente aislado saca lo peor de sí mismo, su ambición y su brutalidad. En el caso del Señor Kurtz de Conrad el ansía de marfil lo enloquecer creyéndose un auténtico dios hasta el punto de que los nativos le idolatran como tal.
Los delirios de Kurtz en el papel y en la pantalla
Eleanor Coppola cuenta en “Con el corazón en tinieblas” (2002) uno de los rodajes más controvertidos de la historia del cine, el de la película “Apocalypse Now ”, que su marido dirigió en 1978. De todos es sabido que este rodaje no fue precisamente un camino de rosas. Se alargó en el tiempo de forma insufrible, lo que triplicó el coste de la producción; un tifón arrasó los decorados y parte del equipo técnico; Martin Sheen, protagonista de la cinta, sufrió un infarto durante el rodaje; un más que insubordinado Marlon Brando llegó hasta Filipinas sin haber leído una sola frase del guión; y así podríamos seguir durante horas. Francis Ford Coppola llegó a decir: “Esta no es una película sobre Vietnam. Es Vietnam”. Pero el director se resistía a abandonar el proyecto aunque éste dinamitara su salud y la de su matrimonio: parecía obsesionado con el libro de Conrad que representaba un viaje al corazón de la bestia que él había identificado con la Guerra de Vietnam que había puesto en jaque y removido las conciencias y los estómagos de la sociedad estadounidense.
El argumento de “Apocalypse Now” tiene bastante en común con la historia de “El corazón de las tinieblas”: en la película de Coppola el capitán Wilard es enviado a un lugar recóndito de la jungla para matar al Coronel Kurtz, un ex boina verde que ha organizado su propio ejército y que se deja adorar por los nativos. Ambos Kurtz, el del libro y el de la película, representan la empresa colonizadora disfrazada bajo la aureola de la civilización y el progreso. De ambos dicen que están locos, que han perdido el juicio, y eso parece motivo suficiente para acabar con ellos. Sin embargo eso es simplificar las cosas. Tanto Marlow como Willard, mientras van conociendo el currículum de Kurtz, se sienten fascinados por él y cuando conocen de primera mano el horror que se desarrolla a su alrededor acaban por entender y a compartir, en parte, el comportamiento a todas luces irracional del hombre al que deben asesinar.
La atmósfera tanto del libro como de la película es cegadora y la reflexión, en ambos casos, pretende ser una bofetada a los Goliats de cualquier parte del mundo.
*Curiosidades
Orson Welles también quiso llevar a la gran pantalla “El corazón de las tinieblas” pero los estudios RKO no asumieron el proyecto y el “plan B” del director fue grabar “Ciudadano Kane”. No hay mal que por bien no venga, ¿no?
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