En
este segundo post sobre adaptaciones literarias voy a hablar de tres
libros/películas en las que la imagen y la música ayudan a reforzar
la historia, es decir, que gracias a estos elementos es más fácil
captar la esencia del libro complementando la narración con unos
recursos audiovisuales que enriquecen la forma y el fondo de la obra.
En otras ocasiones, como por ejemplo en el caso de “La naranja
mecánica”, la comparación entre el libro y la película es más
complicada de lo que parece por una cuestión de “desentendimiento”
entre el autor de la obra literaria y el guión que después se lleva
a cine. De todo esto hablamos a continuación.
- "El
lector",
de
Bernhard Schlink. (adaptación al cine dirigida por Stephen Daldry
estrenada en 2008).
"El
lector” aborda un tema universal de los que invitan a reflexionar
siempre. ¿Justifica el hecho de haber jurado lealtad a una bandera o
a un estado cualquier acción independientemente de las consecuencias
directas o indirectas que ésta tenga? ¿Haber recibido una orden de
alguien que en determinada jerarquía está por encima de nosotros
nos exime de toda responsabilidad a nivel individual? ¿Dónde queda
marcada la oscura línea entre la obediencia y la libertad de elegir ante un
acto que atenta contra la vida o la libertad de otros? ¿Qué tipo de
responsabilidades hemos de asumir después? Con este delicado
trasfondo Bernhard Schlink nos relata la historia de Michael
Berg y Hanna Schmitz. Se trata de una historia de amor de juventud
pero también de la existencia de un pasado que persigue a la
protagonista y que se convierte en el eje central de la trama.
Para
los que no sepáis nada daré algunos datos sin convertirme en
spoiler. La trama se desarrolla en la Alemania de los años cincuenta
y principios de la década de los sesenta. Un juicio sobre una serie
de asesinatos cometidos por las SS durante la II Guerra Mundial sirve
como telón de fondo para articularlo todo. Sé que lo siguiente que
voy a decir puede sonar extraño, pero aún así, lo escribo:
salvando todas las distancias (que evidentemente las hay) “El
lector” me recuerda un poco a la gran “¿Vencedores o vencidos?”
dirigida en 1961 por Stanley Kramer y protagonizada por Spencer
Tracy, Burt Lancaster, Marlene Dietrich o Montgomery Clift (entre
otros) porque plantea unas reflexiones y unos conflictos éticos
similares.
En
este caso, película y libro son muy recomendables, aunque me quedo
por muy poquito con la película. La vi antes que el libro y quizá
por eso y porque la narración audiovisual permite hacer algunos
saltos en el tiempo el formato me convenció más. También pudo
ayudar la presencia de Ralph Fiennes en el reparto en el papel de
Michael Berg adulto, aunque Kate Winslet no era la Hanna que yo me
había imaginado
- “La
naranja mecánica”,
de
Anthony Burgess. (adaptada al cine por Stanley Kubrick en 1972)
Obra
cumbre de la historia del cine y de la filmografía de Stanley
Kubrick, “La naranja mecánica” es una historia sobre la violencia, sobre su germen y sobre su hipotética
determinación genética. ¿Podría ser la "Terapia Ludovico" un
tratamiento eficaz para acabar con la violencia o se trata más bien
de un experimento para controlar la voluntad del individuo? ¿Es el
sometimiento y la producción de una aversión a través de química
la única forma de acabar con esta violencia? Nadie niega que “La
naranja mecánica” es una gran película. Tengo que decir que, a
nivel personal, el libro también me parece una gran obra. Y en
algunos casos, más interesante incluso que el film. Pero también es
cierto que en este caso concreto la comparación entre libro y
película es complicada porque ambos no son exactamente iguales. Se
diferencian muy poco pero precisamente ese “poquito” hace que la
lectura de Kubrick desvirtúe la intención de Burgess en su libro
original. A este respecto tengo que decir que el escritor inglés
nunca ocultó que la versión cinematográfica de su obra no le gustó
demasiado. Lo manifestó en varias ocasiones llegando a decir incluso
que si estuviera en su mano “la repudiaría”, pero que eso no le
estaba permitido.
"La
naranja mecánica” se publicó en el año 1962 y la adaptación que
le dio fama mundial se estrenó en 1971. Según Burgess no era su
mejor novela ni mucho menos. De hecho, él mismo consideraba que su
trabajo posterior tendría que haber eclipsado a “La naranja
mecánica”, pero que el éxito de la película había “oscurecido”
su carrera. Pero ese no es el único motivo del descontento de
Burgess. Existen dos versiones del libro: una es la completa, formada
por tres partes y un total de 21 capítulos (versión británica y
“mundial”) y la otra (la estadounidense) que tiene únicamente 20
capítulos. ¿A qué se debe este cambio? Según el propio Burgess,
cuando le llegó la oferta para publicar su libro en EEUU su editor
de Nueva York le indicó que el capítulo 21 tendría que ser
suprimido. ¿Que ponía allí para que la sociedad americana pudiera
ofenderse? En el capítulo 21 del libro original el protagonista
acaba por “reformarse” y no sólo por la dura terapia a la que es
sometido sino también porque reflexiona sobre su vida y sobre la
necesidad de cambiar. El Álex de Bugess acaba casado, con una
familia y redimido porque sabe que ha hecho el mal y elige no volver
a hacerlo. Eso se contaba en el capítulo 21, un número que según
Burgess era también un símbolo de madurez, de entrada en la edad
adulta. En la versión que se editó y distribuyó en EEUU, sin
embargo, nos quedamos en el capítulo 20 con protagonista
aparentemente curado pero no redimido de sus pecados, que no es
consciente de nada y que todo lo que piensa es efecto de la terapia
inducida, por lo que en cualquier momento puede volver a “caer”.
Para Burgess esto es más que un final incabado, porque significaba un
reto a su historia, convertida entonces en una fábula pesimista (el
ser humano es malo por naturaleza) frente al optimismo con el que él
mismo finalizaba su libro (hay esperanza de cambio). El problema es
que Kubrick, a pesar de rodar la película en el Reino Unido, se basó
para su adaptación en la “versión” estadounidense de “La
naranja mecánica”, algo que causó el rechazo ya desde el inicio de Burgess. Es
más, supuestamente existe un final alternativo
en la que un Álex aparentemente feliz abandona su casa con una
excusa cualquiera para perpretar un nuevo acto de ultraviolencia.
Esta escena se cambió en la película por un último plano de Álex
en el que sonríe malévolamente al quedarse a solas. Menos explícito
pero desde luego más sugerente.
Sabiendo
todo esto, de "La naranja mecánica" podemos alabar la imagen, la puesta en
escena de esa ultraviolencia, la magnitud con la que se nos explica
la terapia de choque a la que se somete al protagonista y, por
supuesto, no podemos olvidarnos de la fuerza que imprime al conjunto
la banda sonora, que nos envuelve en la atmósfera de Álex y sus
drugos y que nos mete de lleno en la historia. Del libro hay que
alabar ciertas descripciones y la posibilidad de comprender mejor la jerga “nadsat” y parte de la simbología de libro. ¿Con qué
me quedo? Con la película. Soy pesimista. Creo poco en la especie
humana ;)
- “Las
vírgenes suicidas”,
de Jeffrey Eugenides. (adaptación al cine dirigida por Sofía
Coppola en 1999)
Jeffrey
Eugenides, ganador del Premio Pulitzer de ficción en el año 2003, está considerado como uno de los autores norteamericanos
contemporáneos más importantes. “Las vírgenes suicidas” fue su
primera novela y apenas cinco años después de su exitosa
publicación fue llevada al cine por una también debutante Sofía
Coppola, que obtuvo unas brillantes críticas por la adaptación. La historia de Eugenides nos lleva hasta un
barrio residencial estadounidense a principios de la década de los años setenta. Allí vive la familia Lisbon, formada por un padre, una madre
y cinco preciosas hijas adolescentes que son el objeto de deseo de
todos los jóvenes del barrio y de la escuela. La hija más pequeña,
que apenas tiene 13 años, está viviendo una dura etapa que incluye
una depresión y decide suicidarse. Eso marcará una serie de
acontecimientos que terminan con un trágico final que quedará en la
memoria de esta pequeña y acomodada comunidad. Con el tiempo, los
recuerdos, las fotografías y los pequeños momentos pasados con
ellas serán el único testimonio que quede de las hermanas Lisbon,
aunque una pregunta se mantiene en el aire: ¿fuimos nosotros quienes
las matamos? ¿qué les empujó a tomar tan drástica decisión?
La
historia de “Las vírgenes suicidas” es tremenda. Nos habla de
unas chicas que intentan descubrir el mundo a su alrededor pero que
se ven encerradas literalmente por todos, o bien por sus padres que
intentan protegerlas en exceso como si se tratara de muñecas, o bien
por la sociedad que espera de ellas que sean felices “en su casa y
con sus maridos” o bien por unos compañeros de clase que, lejos de
comunicarse, las codician por puro objeto de deseo. Las Lisbon son lo
prohibido y eso las hace mucho más deseables y las ubica en una
especie de “altar” tras el que todos olvidan que se trata
simplemente de adolescentes que se enfrentan a cambios en su cuerpo y
en su mente. Ese encierro, ese sometimiento a unos y a otros, esa
intransigencia, ese cumplir lo que todos esperan de ellas (o no poder
cumplirlo), hace que las chicas vean en el suicidio su única
esperanza de escapar.
En realidad esta historia es una crítica voraz
a la sociedad del bienestar, ultraconservadora e hipócrita y es así
como debe entenderse. Lo bueno que tiene la película frente al libro
es usa una imagen clara, casi idílica, hecha con colores pastel. Las
impolutas hermanas Lisbon, su forma de moverse, de mirar y de
dirigirse al mundo hace un verdadero favor a la historia, añaden
ternura y eliminan parte de la tragedia. Unas “hadas
postmodernas”, he leído en algún sitio. Tamibén es posible que
el excelente reparto ( James Woods, Kathleen Turner, Kirsten Dunst o
Josh Hartnett) haya ayudado. Leí el libro antes que la película y
me quedo con la segunda.
Leer anterior post sobre adaptaciones literarias: "Hacia rutas salvajes", "Asfixia", "Seda" y "Tokio Blues"
Leer anterior post sobre adaptaciones literarias: "Hacia rutas salvajes", "Asfixia", "Seda" y "Tokio Blues"
No hay comentarios:
Publicar un comentario