[viaje al lago



Por favor, ayúdame a morir. Pero antes, cásate conmigo. Véndame los ojos y dame vueltas hasta que pierda el sentido y la desorientación sea mi guía. Entonces, suéltame y espera a que nos choquemos como hicimos aquella vez. Después, ponme un anillo en el dedo y ya puedes matarme, al fin y al cabo, tengo la sensación de que eso es lo que llevas esperando mucho tiempo. Elige un lugar, un arma y un motivo. Da igual si es surrealista, cómico o abominable. No me importa si es dulcemente lento o cruelmente suave. Eso sí, no tires mis cenizas al mar. Espárceme por un camino largo y rugoso de esos que terminan en un lago.
Extiende el mantel de cuadros en el suelo y saca una botella de vino tinto que puedas descorchar despacio, tal y como a mi me gustaba vértelo hacer, y después almuerza sentada junto a la orilla bebiendo todo lo que mi cuerpo deshidratado te pediría. Brinda una última vez por mi y haz el camino de vuelta sin mirar atrás, removiendo con cada paso mis entrañas. Aspírame con fuerza y una vez te haya penetrado cierra la puerta del coche como si me pillaras la mano. Repite la acción una, dos, hasta quince veces, todas las que la rabia te de tregua, sólo y cuando el cristal esté quebrado y los huesos de mis dedos rotos en cien pedazos, vuelve a casa y olvídalo todo. Lu me dijo que las cosas así serían más fáciles. 

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