[malditos bastardos, dejad de llorar


Malditos Bastardos, dejad de lloriquear. Echadle un par de huevos o de ovarios, pero echadle algo que sirva. Despojaos de todo lo que tenéis, sobre todo de esas ideas de mundo feliz que os metieron en la cabeza y salid a la calle. Porque os mintieron. Salid a la calle reclamar lo que es vuestro. Os han ofrecido demasiadas ventajas a gente como vosotros, que no se lo merece, que no tiene ni puta idea. Mucha Universidad, mucha carrera y, ¿para qué? Para que dejéis erosionar el mundo. Para que la lucha de las generaciones que os precedieron se vaya al garete. Para que los bancos y el consumo sigan siendo los dueños de todo y vosotros una mercancía que vale menos que una mierda. Os llaman generación Ni-Ni. Generación Y. Generación Perdida. Os llaman de mil formas porque hay pocas palabras para describir este desastre que habéis montado. Y os quedáis callados. Lloráis. No hacéis nada. ¿Qué necesitáis para daros cuenta? ¿Un puto despertador metido en el tímpano? Leed, leed, bastardos. 

Todavía hay quien me pregunta porqué soy fan de la editorial Alpha Decay. Después de leer Las Teorías Salvajes a mi quedó bastante claro. Pero ahora, con la publicación de Dejad de lloriquear todavía recomiendo más los títulos de esta editorial. Me parece genial que alguien dé voz a los autores más representativos de nuestra generación. Me parece perfecto que alguien los publique en nuestro país y en castellano, más accesibles para todo el mundo. Y me parece soberbio que a la colección que abarca a todos estos títulos y escritores imprescindibles de nuestros días se le bautice como "Héroes Modernos". ¿Qué son sino todos aquellos espíritus críticos que ponen nombre y exponen las cosas tal y como son? Valientes modernos. Aca, Héroes. 

Sobre Dejad de lloriquear se ha escrito ya bastante, y todo bastante bueno. Porque el libro es bueno, claro. Porque abre los ojos. Porque leyéndolo te dan ganas de escribir eso con lo que he encabezado este artículo y que ni lo dice la autora ni lo dice la editorial. Lo digo yo. Porque parece que un "malditos bastardos" es lo que le faltaría al título tras una estética coma. (Dejad de lloriquear, [malditos bastardos]). Por eso, digo, que esto es sólo una pequeña impresión personal. No diré que mediocre, pero sí sencilla. Sobre lo que es o no una generación, si estamos perdidos o no, o sobre análisis más sugerentes de este ensayo, podéis debatir en otros foros y en otros lugares mucho más interesantes (una sugerencia de debate, aquí y otra de crítica, aquí). Por mi parte, lo que digo ahora mismo, es esto: 


Ahora también soy fan de Meredith Haaf

"Deja de lloriquear" es una descripción. La descripción de toda una generación que ha vivido una juventud dorada pero que tiene un futuro negro a corto y medio plazo. Algunos han hablado de generación perdida y razón no les falta: los jóvenes nacidos en la década de los ochenta del siglo XX han crecido con más bienestar, más información y más ventajas que cualquier otra generación que le precediera. Y, al contrario que todas ellas, ven el futuro con absoluto pesimismo. Un auténtico retroceso en todos los sentidos.

El  libro "Dejad de lloriquear" es un ensayo de actualidad que quiere producir un efecto "despertador", algo así como un "No lloréis, no os quejéis, coged las riendas. No seáis timoratos y apostar por ser dueños de vuestro propio futuro. Cambiad".  Pero, ¿es esto posible? ¿Realmente podemos cambiar el mundo o estamos ante un mundo sin salvación posible? ¿ Están todas las pilas agotadas y no hay despertador que valga? ¿O es que somos tan bastardos que al oír el despertador lo apagamos y nos damoos media vuelta para seguir viviendo en ese mundo tan onírico como irreal en el que nuestro cometido es estar cruzados de brazos y asumir las cosas como vengan? ¿Realmente no podemos cambiar nada?   Meredith Haaf habla de análisis superfluo, o más bien, de análisis de lo superfluo de toda una generación. Habla con un tono irónico y pegando golpes en donde más nos duele, en la realidad que se vive en nuestros estómagos y en nuestras cabezas, en Internet, en nuestras televisiones. Meredith Haaf nos pega una buena bronca y un "zas" en toda la boca.

A diferencia de muchos otros, Meredith Haaf habla con total conocimiento de causa: nacida en Berlín en 1983, Haaf es periodista y a sus casi treinta años ha escrito diversos ensayos sobre postmodernidad y feminismo. Está dentro del "ajo" y con este ensayo antigeneracional parece querer hacer un auténtico ejercicio de autocrítica devastadora. Y lo consigue.  

Haaf es implacable en argumentos y en exposiciones. Nos habla de Facebook, de Twitter, de hipertextualidad y de búsqueda de claridad de mensajes en distintos soportes y medios. Pero también nos habla de una fachada: la que tienen los jóvenes de la generación Ni-Ni, o Y, o perdida, o como quiera que se llame. Una fachada coreográfica y antinatural detrás de la cual parece haber únicamente materialismo. Únicamente lo superfluo. Únicamente gilipolleces. Una fachada que parece cambiar pero cuyo interior está trágicamente condenado al deterioro continuo. 


Dejad de lloriquear es ( y esto si que lo dice la editorial, con todo acierto) "el retrato de un puñado de jóvenes atrapados en carreras estudiadas por conveniencia, becas prolongadas indefinidamente, precariedad sentimental y laboral, falta de conciencia política y social y nostalgia de una infancia acogedora y segura. Aquellos que vinieron al mundo en algún momento de los años ochenta y sólo conocen el socialismo real gracias a los relatos de sus padres o a clases de historia dadas chapuceramente, y cuya juventud transcurrió entre la caída del Muro, la burbuja de los New Media y el 11S".

Pues eso. Dejad de lloriquear y al trapo.


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