El “síndrome de la página en blanco” es tan antiguo como lo son los artistas sea cual sea la disciplina que practiquen. Ósea, que es muy pero que muy viejo. Es cierto que con el tiempo ha cambiado en los formatos, en las herramientas, y lo que para algunos era un folio en blanco para otros es una lámina impoluta, un lienzo virgen o un documento word vacío. Al final hablamos de lo mismo, de la falta de inspiración, de la sensación de frustración al no saber qué decir o a quién dedicar unos versos, de no encontrar el azul para nuestro cielo, de lo tedioso de sentirte abandonado por una creatividad que considerabas tuya casi en exclusiva.