Elogiada por crítica y público y finalista delPremio Strega 2014, “El padre infiel” (Libros del Asteroide, 2015) es una de esas novelas que te mantiene en el limbo de sensaciones contradictorias que hay entre la depresión y la esperanza. El estilo que en ella despliega Antonio Scurati, ágil, tan brillante como complejo, gráfico y sincero, es un síntoma claro de que la literatura, lejos de morir, genera continuamente autores que son lo que se espera de ellos, contadores de historias puros, magos genuinos que convierten la unión y ordenación de sustantivos, adjetivos, preposiciones y verbos en el truco perfecto para expresar estados de ánimo y de frustración. De ahí lo de la esperanza. Entonces, ¿a qué debemos el tono depresivo de “El padre infiel”?