Encerrarse solo o encerrarse acompañado. Morir solo o morir con otro aliento al lado. Luchar o dejarse morir. Elegir. Siempre elegir. Buscar motivos, excusas para que seguir respirando no sea una obligación adquirida con un mundo que nos ignora continuamente. Todos los personajes de las “Crónicas del encierro” de Izaskun GraciaQuintana (Editorial Salto de Página, 2016) están solos, o se sienten solos, o temen a la soledad, y todos, cada uno de ellos, podría vivir en la puerta de al lado y ser invisible a nuestros ojos. "Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Únicamente a través del amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no estamos solos", dijo una vez Orson Wells, y su frase está ya tan trillada como todos los tópicos que rodean a la soledad. En este conjunto de relatos, en estas crónicas encerradas, la soledad se presenta como un lugar común y como un reto diario, pues nos han dicho que no es buena y que lo “correcto” es evitarla y no convivir con ella. Sin embargo la soledad es tan variada y surge de modos tan disersosque cada uno la experimenta a su manera, como cualquier otro sentimiento de esos que nos hacen pum-pum en las entrañas.