Quienes se hayan paseado alguna vez por este blog ya conocen mi afición por buscar paralelismos y
desencuentros entre obras literarias y sus correspondientes
adaptaciones al cine. Hoy, sin embargo, el artículo va de otro tipo
de adaptación: la de una obra de la literatura a la música. O,
dicho de otra forma, de cómo el grupo Ixo Rai! lleva a cabo una
fantástica relectura de “Réquiem por un campesino español”,
de Ramón J. Sender, en su canción “Paco el del Molino”.
La historia de Paco el del Molino
llegó a mis oídos igual que lo hacen muchas otras vidas: a
través de la música. Es como si en vez de leer antes el libro, ves
la película, es decir que escuché antes la canción que leí el libro. Lo que pasa es que yo no buscaba en este caso
paralelismo, ni sabía que ambas obras estaban tan relacionadas. El
grupo que interpreta la canción (Ixo Rai!) me gusta y es de mi
tierra, y algunas de las frases que enuncian en este romance se me
clavaron a fuego por eso apenas hicieron falta un par de páginas
del libro para reconocer la misma historia algún tiempo después.
Respecto a la novela , la encontré
gracias a la “biblioteca familiar”, en un tomo con dos obras de
Ramón J. Sender: “Imán” y “Réquiem por un
campesino español”. No son muy largas, ambas pueden leerse en
muy poco tiempo. La primera, que es valga la redundancia la primera
novela de Sender, fue publicada en 1930 y es una visión bastante
realista del llamado “desastre de Annual”, una de las peores derrotas sufridas por el ejército español. Aquel desastre ante los rifeños de
Abd el-Krim en 1921 causó una grave conmoción social y política en
España y según los historiadores fue la causa directa del golpe de Estado y de la posterior dictadura de Primo de Rivera. Sender no
vivió los hechos de Annual de primera mano porque él estuvo en
Marruecos meses después, entre 1922 y 1924, para hacer el servicio
militar. Pero es cierto que visitó el terreno y eso le permitió
crear un relato donde plasmar perfectamente el pesimismo y la desazón que se respiraba aquellos días y después aquella fatídica
campaña militar.
Pintan bastos en Madrid
El
otro relato de este tomo es “Réquiem
por un campesino español”,
la obra más emblemática y conocida de Ramón J. Sender.
No se trata de un libro autobiográfico (ese menester lo deja para otra de sus
obras, “Crónica
del alba”,
1965), pero si que tiene muchos paralelismos con la vida del autor y
de ella emana parte de lo que al escritor le tocó vivir durante
aquellas fechas.
Como
el idealista que era, Ramón J. Sender se mantuvo fiel al bando
republicano cuando estalló la contienda en 1936. Fue Capitán en
Guadarrama, Jefe de la Brigada Mixta en Seseña (Toledo) y tuvo
mando de Jefe de Estado Mayor primero en Toledo y después en Madrid.
Su esposa, dos de sus cuñados y su hermano fueron fusilados en la
guerra, y sus hijos tuvieron que ser evacuados por la Cruz Roja
Internacional. En 1939 el escritor huyó a Francia, recogió a sus
hijos y puso rumbo a México. Algunos años después fijó su
residencia en EEUU. Allí siguió publicando hasta convertirse en uno
de los autores españoles más prolíficos y reconocidos en el extranjero cultivando prácticamente todos los géneros: narrativa, ensayo, teatro, cuentos y artículos
periodísticos.
Sin embargo eso de que “nadie es profeta en su tierra” se cumple a la perfección en este caso. Ramón J. Sender tardó en ser reconocido en nuestro país primero por la censura y después por ser un escritor del bando “de los perdedores”. Aunque su “Réquiem por un campesino español” es una obra de referencia y aunque en vida recibió un Premio Nacional de Narrativa (“Mr. Witt en el cantón”, 1935) y un Premio Planeta ( “Enla vida de Ignacio Morel”,1969) , da la sensación de que Ramón J. Sender es un autor poco valorado ya que el trato que se le da no se corresponde ni con la cantidad y ni con la calidad de su obra, todo un testimonio de cómo vivieron y publicaron los escritores españoles exiliados de España.
Foto: En 1984 TVE estrenó la serie Crónica del alba, basada en la novela homónima de Ramón J. Sender
Sin embargo eso de que “nadie es profeta en su tierra” se cumple a la perfección en este caso. Ramón J. Sender tardó en ser reconocido en nuestro país primero por la censura y después por ser un escritor del bando “de los perdedores”. Aunque su “Réquiem por un campesino español” es una obra de referencia y aunque en vida recibió un Premio Nacional de Narrativa (“Mr. Witt en el cantón”, 1935) y un Premio Planeta ( “Enla vida de Ignacio Morel”,1969) , da la sensación de que Ramón J. Sender es un autor poco valorado ya que el trato que se le da no se corresponde ni con la cantidad y ni con la calidad de su obra, todo un testimonio de cómo vivieron y publicaron los escritores españoles exiliados de España.
Foto: En 1984 TVE estrenó la serie Crónica del alba, basada en la novela homónima de Ramón J. Sender
"viva
el Paco el del molino y Águeda la del buen garbo,
que ayer eran
sólo novios y ahora son ya desposados”
“Réquiem por un campesino
español” era un relato pensado para incluirse dentro de una
antología de cuentos sobre la Guerra Civil Española en la que iban
a participar otros literatos como Pérez de Ayala y Unamuno. La
recopilación nunca llegó a publicarse y la novela de Sender vio la
luz en México en el año 1953 bajo el título de “Mosén Millán”.
Los hechos de la novela suceden
en un pequeño pueblo aragonés cerca de la provincia de Lérida. El
contexto que sirve como telón de fondo es la caída del rey Alfonso
XIII, la proclamación de la II República y el inicio de la Guerra
Civil. Paco el del Molino era un chico más del pueblo, fue educado
en la religión y fue Mosén Millán, narrador de la historia, quien
le dio el bautismo, la comunión y quien lo casó con una moza del
pueblo, Águeda “la del buen garbo”. Este matrimonio coincidió
con la llegada de la II República. Poco después Paco fue nombrado
concejal del pueblo por su carácter afable y conciliador, por su
sentido de la justicia y por su idealismo. Con el estallido de la
Guerra Civil y las victorias del bando nacional llegaron los
ajusticiamientos y Paco el del Molino tuvo que esconderse y echarse
al monte. Mosén Millán “lo delató” porque le aseguraron que si Paco se entregaba voluntariamente no le iba a pasar nada. Sin embargo, y rompiendo su promesa, lo
fusilaron junto con otros campesinos en la pared del cementerio después de que el cura escuchase sus pecados. Cuando se cumple el primer anivesario de la ejecución Mosén Millán celebra una misa por el alma de Paco.
Mientras espera a los feligreses sentado en un banco de la iglesia (entre ellos están los verdugos del joven) los remordimientos hacen que el cura reconstruya una vez más esta historia con los repiques de las campanas de fondo. Ese es el revelador inicio de la novela.
Sobre la canción Ixo Rai! haré simplemente una breve reflexión: la letra de “Paco el del Molino”
(abajo) resume perfectamente el argumento de la novela pero con versos, sin dejar
recoveco suelto, sin quitar angustia pese a la alegría de la música
y añadiendo, a modo de rima final, una frase que resume el espíritu
antibelicista de Ramón J. Sender y su necesidad de volver una y otra
vez a unos hechos que aunque eran crueles y dolorosos también le
eran imprescindibles: “perdonar no es olvidar”.
Foto: Última visita de Ramón J. Sender a su pueblo natal, Chalamera (Huesca)
Foto: Última visita de Ramón J. Sender a su pueblo natal, Chalamera (Huesca)
PACO EL DEL MOLINO
Pido licencia señores para poderles contar
la historia de un campesino que ahora les voy a nombrar
era Paco el del molino zagal como los demás
que ayudaba al cura en misa y enredaba en el corral.
Poco a poco fue creciendo y se hizo de buen ver
las zagalas lo miraban y una soñaba con él
"viva el Paco el del molino y Águeda la del buen garbo
que ayer eran sólo novios y ahora son ya desposados".
Los meses fueron pasando pero las costumbres no
al señor Duque seguían pagando sin remisión
empezaron los rumores, "pintan bastos en Madrid"
va dar vuelta la tortilla ¿qué podrá pasar aquí?.
Paco ha salido de alcalde, es feliz la población
en el concello y la escuela, la bandera tricolor
los bienes del señorío han suprimido en Madrid
al monte del señor duque le llegó su San Martín.
Pero una mañana triste llegaron los señoritos
con vergas y con pistolas, nadie los había visto
le dieron una paliza al pobre del zapatero.
mataron seis campesinos y abandonaron sus cuerpos.
El pueblo estaba asustado, nadie sabía qué hacer,
apareció el zapatero, le han dado un tiro en la sién
en el camino hacia el pueblo aparecen cuatro más
los cuatro son concejales, ya sólo se oye llorar.
Dicen que buscan al Paco, nadie lo puede encontrar,
pero que sólo lo saben su padre y Mosén Millán
el cura "ya ha confesado", pronto lo van a buscar,
Mosén Millán le convence que se debe de entregar.
Esa tarde los "foranos" en la plaza a todo el pueblo
han hablado de la fe, del orden y del imperio.
entre cuatro se lo llevan adentro del camposanto
Mosén Millán desde el coche le ha escuchado los pecados.
Del coche se iluminaron de repente los dos faros
y al mismo tiempo sonaron sin remedio los disparos,
con el último suspiro se arrastró al cura gritando
hasta que otros cuatro tiros acabaron de matarlo.
Y así se acaba la historia que yo no habría contado
una historia de verguenza, una historia del pasado
pero quien hace unos años me la acabó de contar
me dijo: "pero recuerda, perdonar no es olvidar".
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