Novedades: Devorando los "Modelos animales" de Aixa de la Cruz


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Imagen que ilustra la portada de "Modelos animales"
“Modelos animales” es un libro ideal para leer esta Semana Santa: ideal por la sangre, por las vísceras, por las mutilaciones y por la asombrosa capacidad de sus personajes de autoinflingirse dolor o proporcionárselo a otros. Como si de una procesión se tratara,  en este libro de relatos se van sucediendo ante nuestros ojos unas historias que tienen la violencia, gratuita, conscientemente inconsciente e incluso racionalizada,  como denominador común. Me dijeron, me comentaron, que éste no era un libro apto para todos los estómagos. Parte de razón si que hay en la afirmación, aunque lo realmente recomendable es que aquellos que son hipersensibles a la casquería narrada (y que a lo mejor no sufren la misma aprensión ante las imágenes violentas) lo lean con el estómago vacío, vacío de birra y vino (como dice una canción) o de cualquier otra cosa. Con eso, suficiente.

Eso, a grandes rasgos. Entrando en detalles, que es lo que se suele hacer en las reseñas literarias, tengo que decir que si algo que me ha gustado de Aixa de la Cruz es su capacidad para traerme a la mente referentes relativamente cercanos y que los más jóvenes no podrán dibujar con precisión. Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que ésta no sea una autora para leer a los ahora veinte años. Al contrario. Pero es verdad que es curioso experimentar, casi por primera vez, referencias que nos ubican en los tiempos del Internet pre-Facebook, con aquellos salones de Chat de Terra con nombres infumables y crípticos o brutalmente explícitos, o en algunos hechos de la época transcurridos en un halo de violencia (un tema en el que, por cierto, esta autora se mueve con asombrosa agilidad) que a los que en ese momento eramos niñoadolescentes nos marcaron por su impacto social y por la forma en que nos los contaron los medios de comunicación. 

Entrando en los relatos de "Modelos Animales" reconozco, por ejemplo, que “Doble” me ha mareado bastante, incluso que me ha emborrachado un poco, aunque es un ejercicio literario casi impecable.  Todo lo contrario que me ha pasado con “True Milk”, que sí me ha dejado muy buen sabor de boca porque la historia surge de entre fragmentos de los hechos y personajes de Villa Diodati, el lugar donde se gestó Frankenstein, y lo hace prestando especial atención al gran desconocido, a John William Polidori, el excéntrico médico del poeta inglés que le dedicó el relato de terror “El Vampiro”. Sí, aunque parezca mentira a algunos de los que crecimos en los noventa nos gusta Lord Byron porque , tal y como nos viene a decir este cuento, monstruos los habemos en todas las partes, en cualquier formato y en cualquier lugar.  Sobre “Romperse”, un relato que ya aparece esbozado en la acertada antología “Bajo Treinta” ,  tengo que decir que me gusta y que me ha causado, de nuevo, una sensación similar a la que experimenté hace años leyendo las “Tripas” de  Chuck Palahniuk, sólo que en esta ocasión más intensa y ampliada que la primera vez. A mi me gusta mucho Palahniuk así que eso, personalmente, es muy bueno. Y de “Abru Ghraib”, que cierra el libro, destacar que está lleno de apuntes de los que podría nacer en cualquier momento una novela más desarrollada (la  historia de Gilmore y Norman Mailer daría para ello), además de que la protagonista está muy bien construida. De este relato decir también,  a modo de apunte final,  que me ha servido para buscar en Google cómo se llamaban aquellos bichillos blancos que hacían yogur como por arte de magia y que sí, en mi casa también vivieron trabajando y flotando entre litros de leche durante un tiempo. Al parecer estos microorganismos probióticos que parecen pequeños trocitos de coliflor se llaman kéfir y se componen, a su vez, de otros dos microorganismos: una bacteria, la Lactobacillus acidophilus,  y un hongo (una levadura), cuyo nombre es Saccharomyces kefir. Nada más. Que aproveche. 


PD: Puedes leer “Modelos animales” de Aixa de la Cruz donde quieras, esta semana o la próxima, y antes de comer o después de cenar. Da igual tu sexo o tu edad, o la ciudad en la que vivas. Eso sí, atente a las consecuencias :). Y ahora, me voy a escuchar una de Leonard Cohen




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