Reseñas: Tennessee Williams y el mejor patinador negro de todos los tiempos

tennesse williams_reseñas_Fama

No sé definir lo que es “el mundo de la razón”. Posiblemente la historia de la filosofía nos permitiría ahondar en éste, que sería a buen seguro un término con multitud de matices, visiones y revisiones unas veces atemporales y otras terriblemente efímeras. Sin embargo esta vez, aunque sea sólo por esta vez, voy a quedarme con la definición que de “el mundo de la razón” hace Moise, co-protagonista en la sombra y excusa para titular el que posiblemente es el libro menos conocido de Tennessee Williams aunque fuera publicado cuando el dramaturgo estadounidense ya había ganado dos Premios Pulitzer (en 1948 por Un tranvía llamado Deseo y en 1955 por La gata sobre el tejado de zinc), un Tony (La rosa tatuada, 1952) y dos Premios de la Crítica Teatral de Nueva York (El zoo de cristal en 1945 y La noche de la iguana en 1961), además de tener el reconocimiento del público a nivel mundial. 

Según se entiende de las palabras de Moise, “el mundo de la razón” es el lugar en el que vivimos más obligación que por convicción; en sitio en el que nos ubicamos cuando no estamos dentro de nosotros mismos, cuando nos relacionamos con los demás y hasta cuando andamos por la calle. Si nos encontramos una vecina en el ascensor y hablamos con ella del tiempo, estamos en el mundo de la razón; cuando terminada la conversación con una cortés despedida, entramos en casa, cerramos la puerta y convenimos en lo inconvenientes que son los comentarios de la vecina, entonces no estamos en el mundo de la razón, hemos salido de él y estamos en nuestro propio mundo. Pues bien, Moise quiere dejar de forma voluntaria “el mundo de la razón”, las convenciones sociales y todo lo que ello conlleva, pero no quiere dejar los otros mundos, los suyos. En resumen: el plan de Moise es dejarse morir poco a poco en su habitación de alquiler situada en el Greenwich Village neoyorquino de principios de los años setenta. El motivo es que se siente como una auténtica desahuciada del mundo. Aunque Moise ha tenido un relativo éxito como artista, “el mundo de la razón” ve en ella a un ser distinto y poco apropiado, entregado al máximo a una vocación creativa que discurre entre crisis  y trances de lo más exótico, lo que hace que lleve un tiempo viviendo bajo el umbral de la pobreza. Sin recursos para comprar sus materiales de pintura, que es lo que realmente le hace pertenecer al mundo de la razón, Moise se siente al margen de todo y de todos. Lo “ideal” de Moise es que decide organizar una fiesta en la que convocar a sus amigos y conocidos para comunicarles este exilio. Y aquí es donde comienza esta historia.

Moise, Tennessee Williams y otr@s personajes dignos de “The Factory”andy warhol

Quien nos cuenta las intenciones de Moise no es Moise sino un escritor en una continua crisis existencial que utiliza a Moise para hablar de sí mismo. El escritor es también poeta; es un exiliado (del mundo rural) en Nueva York;  es una persona con tendencias depresivas, posiblemente alcohólico; es un hombre que no se perdona su pasado porque a lo mejor sus padres ingresaron a su hermana, a la que adoraba, en una clínica psiquiátrica donde le practicaron una lobotomía que la incapacitó para siempre (aunque eso lo digo yo, no el personaje); el escritor es, seguramente, el propio Tennessee Williams

Mucho más suave en el estilo en las vivencias que sus controvertidas Memorias, Moise y el mundo de la razón (las dos fueron publicadas en 1975) nos permite conocer más a Tennessee, encarnado en esta ocasión en un escritor recién pasada la treintena que sobrevive en un habitáculo de un depósito abandonado. Este supuesto “Tennessee Williams” conocerá nada más llegar a Nueva York a Lance, el mejor patinador negro de todos los tiempos al que yo imagino como Leroy de Fama (imagen principal del artículo, interpretado por el actor y bailarín Gene Anthony Ray). El resto de personajes corales, independientemente de su intensidad y apariciones son warholianos tanto por la época en la que se desarrolla la historia como por la bohemia en la que se mueven  y que nos remite en diversos pasajes al famoso estudio creativo “The Factory”. El resto de referencias nos llevan directamente al mundo de la literatura, a Rimbaud por la similitud “biográfica” con el autor (al igual que el poeta francés este escritor también huye de casa en la adolescencia y comienza una relación de amor-admiración con un artista consagrado igual que la que Rimbaud estableció con Verlaine) y a Oscar Wilde por una cuestión ideológica (el escritor con treinta años ya se siente viejo porque se aleja poco a poco los cánones de belleza del momento). Truman Capote también tiene sus líneas en esta novela.

Moise y el mundo de la razón me ha permitido conocer más sobre la obra y la vida de Tennessee Williams antes de adentrarme en sus obras cumbres, casi todas ellas obras de teatro adaptadas en Broadway o para el cine y que por supuesto ya están apuntadas como próximas adquisiciones para mi biblioteca ;).  






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