[Alberto Torres Blandina. Entrevista octubre 09

Alberto Torres Blandina, escritor:
“ME GUSTARÍA QUE CADA NOVELA LA ESCRIBIERA UN ALBERTO DISTINTO”
Me miro las manos, cuento con los dedos y hay algo que no me cuadra...Alberto Torres Blandina (Valencia, 1976) es profesor y compagina la docencia con la escritura, el ensayo y los conciertos con su grupo Niñamala, el teatro y, con poco más de treinta años , ya se ha recorrido medio mundo. En el último año ha publicado cuatro novelas: Hotel Postmoderno (finalista Premio Azorín 2008), Niños rociando gato con gasolina (finalista premio Café Gijón 2008), Cosas que nunca ocurrirían en Tokio (ganadora del premio Las Dos Orillas 2007 y editada en España, Francia, Portugal, Grecia e Italia) y la novela infantil El aprendiz de héroe. Posiblemente se trata de uno de los escritores valencianos más importantes del momento, pero...¿es Alberto Torres un hombre de moda?
Me reúno con él en la Rosaleda del parque de Viveros. Dice que es un lugar que le encanta. No es de extrañar: aquí huele a silencio y se oye a las rosas dormir la siesta, pues todavía no son las cinco de la tarde. Pedimos dos cafés. Para romper el hielo, le propongo que me dé un principio para la entrevista. “El glamour no existe, sólo está en los ojos del que mira”. Entenderé la frase dentro de un rato, cuando le pregunte si cree que ha tenido éxito:
“Desde fuera puede parecer que si. En el mundo de la literatura estoy aún en segunda o tercera división. Para la división en la que estoy, he metido muchos goles, pero cuando llevas toda la vida esperando esto y llega, te das cuenta de que todo no vale casi nada y que esto del glamour es efímero. Entonces, ¿éxito? Depende de quien lo mire. Para quien era hace un año,sí.”.

Decidimos hablar sobre la moda. ¿Alberto, te consideras una fashion victim?
Tengo que reconocer que soy una persona atenta a las modas. - me dice como soprendiéndose a sí mismo-. No me gustaría para nada que me miraran como a una persona que se ha quedado anclada o que no está dentro de su tiempo. Moda sí, pero buscando mi propio estilo, siendo yo mismo.
Sin embargo, también me comenta que en el campo de la literatura no se considera dentro de las últimas modas literarias. "No creo que mi literatura sea muy novedosa o radical.- afirma- Es cierto que en ella existen influencias de los nuevos narradores, pero no como está pasando con la nueva poesía o la unión anecdótica de fragmentos Lo que más me identifica con la Generación Nocilla es la búsqueda de “mutantes”, nuevos híbridos literarios. En Niños Rociando...hay una estructura Windows, con ventanitas que se van abriendo al lector e influencia del montaje cinematográfico. Cosas que nunca...es original, con un único narrador e influencias teatrales"

A propósito de los nuevos narradores, como Agustín Fernández Mallo o Carlos Marzal ¿crees que era necesario un cambio en la literatura? Los cambios siempre son buenos. A veces parece que la literatura va por detrás de todo y que los escritores somos los más rancios. La novela que se estaba publicando hasta que llegaron los nuevos narradores era muy clásica. De hecho, la mayoría de las novelas que triunfaban eran latinoamericanas. Muchas veces las novelas más revolucionarias no llegan a más porque enseguida se consumen a sí mismas, pero ayudan a otros novelistas a encontrar nuevas formas de narrar y nuevos recursos.Los cambios siempre son de agradecer.
¿Y quién pedía este cambio: lectores, escritores o editores? Todos y ninguno. La mayoría de los lectores lee lo de siempre. Pero hay muchos otros, lectores que son escritores, gente joven, que quizá estaba un poco cansada de lo que se hacía. Sobre todo porque es gente que tiene otra forma de ver la realidad, que ha crecido con la imagen y con una mirada más horizontal que abarca muchas cosas al mismo tiempo, tipo videojuego.
Cambios en la forma de ver la realidad, estructuras diferentes, aplicación de técnicas audiovisuales a la escritura...A la hora de escribir, ¿el orden de los factores altera el producto? ¿ qué va primero: la historia, el título, los personajes...?
Depende. La creación surge como a chispazos. Yo tengo la suerte de tener muchísimas historias que contar pero a veces mientras escribes te interesa más una estructura y eso te hace elegir una historia determinada. E incluso en ocasiones hay un personaje que te obsesiona y raíz de él surge tu historia.
Puesto que ha salido el tema, decidimos hablar de obsesiones. Como buen artista multidisciplinar, hay algunos temas recurrentes en todas sus obras, como el amor o la búsqueda de la realidad. “
Las obsesiones existen, y yo las tengo.- me confiesa- pero intento tratarlas de diferentes maneras, pues me gustaría que se me reconociera como un autor que se reinventa en cada novela y de momento lo estoy consiguiendo. En mi caso, una obsesión es la realidad y la ficción, el límite exacto entre las dos y cómo podemos tomar las riendas de esa realidad para convertirla en otra cosa. Creo que eso está presente en todas mis novelas”.
Volviendo al tema de la forma de escribir y como vocalista y compositor del grupo Niñamala ¿qué me dices de tus canciones? ¿primero las letras o la música?
En música es todavía más caótico. No digo que sea caótico en la escritura. A mí me gusta tener las estructuras atadas porque una novela hay que levantarla bien para que luego no se te vayan cayendo los pisos. En la música es diferente. A veces tengo letra y le pongo música y otras veces encuentro unos acordes y me pongo a hacerles rimas. Últimamente se impone esto último, porque con los años adquieres técnica y eso te hace componer de otra manera.
Al escritor le gusta hablar de su grupo de música. “
Nadie sabe cómo catalogarnos- dice orgulloso- o con quien compararnos. Es pura fusión. Queremos que cuando nos oigan digan: Niñamala. El tema de los concursos y las discográficas, es otra historia”.
Por cierto, las canciones de Niñamala son poesía. ¿ te has planteado escribir algún poemario? En una ocasión te oí decir que hasta que no fueras más experimentado no te lanzarías en esa aventura.
Le tengo mucho respeto a la poesía porque creo que es una forma de filosofía, una interpretación del universo, y para eso necesitas tener una visión del mundo muy personal. Tengo un poemario y algún día me gustaría publicarlo, seguramente como los poemas de Jussi Latvala, el poeta finlandés de “Cosas que nunca...” .De hecho algunos de mis poemas están integrados dentro de esta novela.
¿Cómo sería el poemario de Alberto Torres Blandina? ¿ Con qué te quedas : realismo sucio o romanticismo?
Seguramente ninguna de las dos cosas- dice entre risas- Me interesa la poesía un poco más filosófica o trascendental. No obstante, como yo tiro siempre hacia la narrativa, sería un poemario inventado con toda una historia alrededor de el....Pero de momento, no tengo prisa.
Si hablamos de tu novela “Cosas que nunca ocurrirían en Tokio” es inevitable sacar el tema de los premios literarios, puesto que esta novela recibió un importante galardóninternacional .¿Los premios para ti son un reconocimiento, un trámite o un golpe de efecto?
Sobre todo son un alivio porque se reconoce el trabajo que llevas años realizando. Los premios te permiten entrar en el mundo editorial de manera más destacada, aunque el hecho de ganar no te garantiza éxito y ventas. Sí que te dan cierta popularidad, pero tengo que reconocer que soy bastante crítico con los premios. A veces parece que están todos dados y que reconocen a gente ya reconocida.
Visto desde este punto de vista, parece una desventaja ser joven en el mundo de la literatura.
Yo creo que lo es, aunque es posible que la cosa esté cambiando. Hace unos años, con la Generación X, con José Ángel Mañas o Ray Loriga, se publicó a mucha gente joven porque era lo que vendía. Quizá ahora, con la Generación Nocilla se esté mirando otra vez mirando hacia los jóvenes.
El poeta finlandés de “Cosas que nunca ocurrirían en Tokio” dice en un momento de la novela que parece que los artistas deberían estudiar marketing ¿crees que actualmente son más importantes las ventas que el talento?
Sí, aunque esto no significa que todo sea marketing, que muchas veces si que lo es. De hecho es el marketing lo que crea muchos best-sellers. En la sociedad en la que vivimos todo artista tiene que vender su obra, darla a conocer, estar en los medios,...Yo me considero una persona que piensa en el marketing, pero esta claro que si no hay algo de talento detrás no llegas a ninguna parte.
En una entrevista que te hicieron hace algunas semanas, el titular decía (cito textualmente): “ El mundo de la literatura está plagado de cuellos altos, gafas de pasta y tipos citanto a Heidegger” ¿algo que decir sobre este titular?
Esa frase está sacada contexto y parece que critique lo que alababa en la entrevista. Yo reconozco los méritos de la Generación Nocilla porque está revolucionando la literatura. El problema es que luego te encuentras a mucha gente que sólo imita y sólo son artistas mientras toman un café en los Albatros. O que piensa que por ir vestida de una determinada manera o hablar de muchos proyectos, aunque luego no haga ninguno, ya son artistas. La crítica era precisamente para esta gente. Y me dio mucha rabia porque pudo malinterpretarse.
¿Pero piensas que el mundo de la literatura es elitista?
No. Hoy en día hay literatura para todo el mundo. Hay realismo sucio para unos y Carlos Marzal y su poesía de la palabra exacta para otros. Cada uno que elija.
En tu anterior libro, “Niños rociando gato con gasolina”, tratabas el tema de los niños índigos que se suponía tenían un don especial para convertirse en los grandes dirigentes del siglo XXI. Es un tema muy original. ¿Cómo te planteaste escribir sobre ello?
Oí hablar del tema en la radio y me interesó muchísimo. Busqué literatura sobre el tema y no encontré nada. Entonces recordé lo que decía Juan Rulfo , que fue a la biblioteca a sacar Pedro Páramo y como no existía, decidió escribirlo. Esa frase me ha influido mucho. Cuando escribo me pongo en la piel del lector, porque eso me garantiza que lo que escribo, al menos, me gusta a mi. Y así ya tengo un lector asegurado.
Dices que ese libro es pesimista. Sin embargo “Cosas que nunca ocurrirían en Tokio” es completamente diferente... divertido y con historias hilarantes. ¿ A qué se debe este cambio de registro?
Quería crear una especie de mitología de los aeropuertos y que cuando fueras a uno buscaras a los personajes o situaciones del libro. Son historias que parecen increíbles pero no lo son. De hecho no hay ninguna que contradiga las leyes físicas o humanas...
Algunos sabemos de su adicción a los viajes. Suponemos que el hecho de que el punto de encuentro de este libro sea un aeropuerto no es una mera casualidad...
El libro es un homenaje a los aeropuertos. Llevo viajando muchos años y he pasado muchas horas de espera y a veces se te ocurren historias. Ves un grupo de japoneses y piensas “seguro que Japón ni existe y son todo chinos disfrazados”. O ves una chica sola y dices “podríamos ir a pegar un polvo y así la espera sería más entretenida”. Un aeropuerto es una zona neutra, nadie te conoce y nadie pide responsabilidades. Es un lugar donde nadie es nadie y todo el mundo podría asumir un papel. Y esta novela trata de eso, de gente que no está conforme con el suyo y aprovecha el aeropuerto para cambiar su vida.
Nueva York, Irlanda, Rumanía, Estambul, la India, Tailandia, Nepal, Marrakech...Alberto es un viajero incansable. Entre sus proyectos más desconocidos se encuentra su Guía de Viajes para Turistas Desordenados, finalista del Premio Desnivel de Literatura de Viajes e inédito hasta el momento. “
Me gusta escribir sobre los países que conozco. Me encantan los viajes. Y quiero seguir viajando y escribiendo sobre viajes”
El otro día escuché a Sánchez Dragó decir que lo peor de los viajes era volver. ¿Estás deacuerdo con esta afirmación? Eso es un tópico. Para mí viajar es conocerme más a mí mismo, lo que me rodea, mi ciudad. Me encanta la vuelta y a veces pienso que viajo para volver. Soy un una persona con muchas raíces, aunque tengo que después de las últimas elecciones me he planteado irme. No comprendo una sociedad en la que se premia a los ladrones. Me da igual quien robe, pero si roba el PSOE que echen al PSOE, si roba el PP que echen al PP...A veces da la sensación de que se premia a los ladrones o de que el que no roba es idiota.
Por cierto, su novela se está publicando por toda Europa ¿tienes previsto viajar para promocionarla?
Sí. Iré próximamente a Oporto y también me han invitado a una feria del libro en Francia con José Ángel Mañas. Después, tengo previsto viajar a Italia en otoño y en Alemania me han comprado los derechos de autor, con lo que también iré allí.
El título original de la novela era “La posibilidad de Miia Hakala”. ¿Porqué se ha rebautizado el libro?
El título original es el que mejor define la obra, pero es posible que sea menos comercial. Y los editores saben más de títulos que los propios escritores. En Guatemala, por ejemplo, se mantendrá el nombre original, y en Grecia e Italia lo han titulado “El Club de los Deseos Imposibles”. En Francia se llama “Japón no existe” que es un título genial, y creo que parte del éxito que el libro está teniendo allí es precisamente por eso.
¿Te hubieras quedado con este título?
La posibilidad de Miia Hakala” es el título más acertado, pero tengo que reconocer que “Japón no existe” me encanta.
¿Que me cuentas del Alberto dramaturgo? Me gusta mucho el teatro porque tiene gesto, teatro y música, pero lo tengo muy apartado, aunque es una gran influencia para escribir. El problema del teatro es la dificultad de llevarlo a cabo. Pero mira, “Cosas que nunca ocurrirían en Tokio” originalmente era una obra que hicimos con una compañía amateur y que en su día tuvo cierto éxito. Había alguna de las historias del libro y otras más.

Para finalizar, me gustaría que te mojaras un poco. Novelista, dramaturgo, profesor, cantante, viajero...¿con qué definición te quedas de ti mismo? Soy un narrador. Me encanta crear historias y contarlas en forma de novela o de canción. Escribir, al menos como yo concibo, es salirte de ti mismo. Busco nuevas formas de mirar diferentes. Desde pequeño me dí cuenta de que había cosas que quería contar y que tenía que encontrar lugares desde los cuales mirar distintos que fueran distintos a los de la mayoría.


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