[editorial diciembre 09

EL CABLE DEL FIN DEL MUNDO
El cable del que cuelga la bola del mundo está trenzado con millones y millones de hilos que se van soltando cada pocos minutos y que producen un leve pero continuo movimiento en la Tierra. Sólo existen dos motivos para que la gran cuerda se deshilache: que alguien pierda la ilusión o que alguno de los hilos, durante el balanceo, quede demasiado cerca del Sol y se parta en dos por la leve caricia de una llama. Ambas opciones son desastrosas porque a veces se cortan varios hilos a la vez como de un tijeretazo y entonces el globo terráqueo sufre un gran espasmo que aquí  llamamos terremoto, seismo o maremoto. Después, todo vuelve a su sitio gracias a lo que denominamos gravedad y que en realidad es un gran imán que pende de un hilo hasta el centro de la Tierra y que se mantiene sujeto a la superficie porque está anudado a Islandia. La persona que me contó la historia me dijo que apenas quedaban algunos hilos en la trenza y que cada vez son más débiles debido al paso del tiempo y al fracaso humano generalizado.  ¿Y tú aún te preguntas porque soy una persona con fé? Está muy claro: no me gustaría ser el causante del fin del mundo.