La tercera novela de María Ruisánchez Ortega nos regala un relato complejo a medio camino entre el thriller, la crítica social y la distopía. En sus páginas vemos retazos de ese movimiento ciudadano que se llamó 15-M, vemos la poesía utilizada como arma política y de agitación social, vemos subversión, vemos los bajos fondos del sistema, vemos mecanismos de represión y vemos un futuro que parece más cercano de lo que creemos. Y en todas estas líneas que articulan en libro, en todas y cada una de estas arterias que alimentan la novela, hay un elemento común: la palabra. Palabras convertidas en armas, palabras convertidas en vehículos, palabras convertidas en amor, palabras convertidas en pasión, palabras convertidas en olvido y palabras convertidas en revolución. Porque sí, la revolución, la revolución a pie de calle sin organigrama, sin efectismos y sin contaminación idearia tiene mucho que decir en KAOS.
Crisis internacional y levantamientos populares. Un sistema de control social, político y económico que hará cualquier cosa para mantener sus privilegios. Cualquier cosa. Y, en ese contexto, un grupo de jóvenes que deciden tomar la palabra en el sentido literal: tomarla y hacerla suya, tomarla y arrojarla, tomarla y utilizarla para destruir al enemigo común. Estos jóvenes deciden utilizar la poesía como arma terrorista a través de diversas acciones en la ciudad, cambiando el mobiliario urbano y convirtiendo espacios públicos y privados en un peculiar campo de batalla donde arte, pasión y reivindicación son indisolubles. Se reúnen bajo un acrónimo, KAOS, que se convierte en el germen de un movimiento mucho mayor. De hecho las autoridades se ven obligadas a combatir a KAOS y finalmente el proyecto queda suprimido, reprimido, silenciado. Al menos aparentemente. Porque años después parece despertar de su hibernación forzada con más fuerza que nunca, con más poder destructivo y totalmente radicalizado: las palabras se han sustituido bombas y pistolas. KAOS ahora es una banda armada en una sociedad violenta en la que las libertades individuales son cosa del pasado.
Y en todo este torbellino, en su epicentro, dos personajes y una historia de amor: /b/ y Eme, activistas e incorformistas que buscan encajar sus vidas en una sociedad cambiante y que parece transcurrir en dos realidades paralelas.
KAOS tiene rebeldía, tiene amor, tiene pasión, tiene incertidumbre, tiene violencia, tiene represión, tiene revolución. Puede que un libro difícilmente clasificable pero altamente recomendable.
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