Reseñas: La trama nupcial

 
Portada de "La trama nupcial". Editorial Anagrama, 2013

En “La trama nupcial” (“The Marriage Plot”, Jeffrey Eugenides, 2011) el triángulo amoroso convencional y absorbente que vemos en los grandes clásicos de las novelas románticas se desmorona. Más que desmoronarse, se deconstruye tal y como se deconstruían la filosofía y las corrientes de pensamiento en los años ochenta. De hecho esta novela está ambientada precisamente en ese periodo, el mismo en el que Derrida, Barthes y otros pensadores europeos irrumpieron en los campus universitarios estadounidenses. “La trama nupcial” es una gran deconstrucción de la idea del amor en pro del individualismo. Sin embargo, uno de sus encantos es que a pesar de ello encuadra dentro del género romántico. ¿El motivo? La tradición funciona y los esquemas y los  arquetipos narrativos más clásicos continúan siendo una herramienta eficaz y potente para explicar nuestro día a día si están bien articulados. 



En Fragmentos de un discurso amoroso el filósofo y crítico francés Roland Barthes equipara el enamoramiento con la reclusión en un campo de concentración. Describe el amor casi como un castigo, como una situación sin retorno tan intensa y necesaria como perjudicial. La palabra “amor” pierde sentido cuanto más se usa, el significado del amor se desgasta, de diluye. Madeleine Hanna, el vértice femenino del triángulo amoroso de la novela "La trama nupcial" lee cada fragmento de la obra de Barthes con una mezcla de admiración y vértigo. Ella es una amante de lo clásico,  una Jane Austen en potencia a la que el libro de Barthes sirve como eje para su futura tesis doctoral que tendrá como título , precisamente, “La trama nupcial”. Los protagonistas masculinos de esta historia son Leonard Bankhead, carismático e inteligente estudiante de biología interesado en la filosofía, y Mitchell Grammaticus, futuro estudiante de teología. Los tres se buscan a sí mismos. En los tres hay mucho de humano y mucho de espiritual. Los tres son jóvenes, altamente formados intelectualmente y con un brillante futuro por delante. Los tres asisten juntos (pero no revueltos) a su despertar sexual, amoroso y sentimental, y los tres escapan de su realidad para construir su propio camino. 

Es curioso que en otra reseña de “La trama nupcial” de Jeffrey Eugenides aseguraran que el personaje de Leonard estaba inspirado en el malogrado escritor David Foster Wallace y algo de eso debe ser cierto cuando yo misma, al leerlo, tuve que ponerle esa misma cara al personaje. Leonard es maniaco-depresivo y esa enfermedad condiciona su búsqueda, su futuro y su historia de amor con Madeleine. Madeleine y Leonard representan el amor incondicional, irreversible, inevitable. También el amor más carnal y pasional, el más irracional, ese en el que la lucha es el día a día. Mitchell, por su parte, es el amigo íntimo de Madeleine secretamente enamorado de ella durante toda la universidad. El amor en su caso es algo espiritual y mental que trasciende de lo físico. En su huída de Madeleine, en la búsqueda de su propio camino, Mitchell viaja a la India, donde conoce otro tipo de amor basado en la entrega a los demás, altruísta, más completo. Un amor sano y justificado. Pero aún así, es insuficiente, no le llena, y el motivo es que el amor no siempre necesita un por qué, no siempre tiene que tener un etiqueta, un orden, un motivo. No siempre se explica con palabras.

David Foster-Wallace
A grandes rasgos “La trama nupcial” es la historia de muchas comedias romáticas: “Chico conoce chica. Se hacen amigos. Él se enamora. Ella, no. Ella no quiere enamorarse hasta que conoce a un chico y se enamora de él rápidamente.  Cae rendida a sus pies. Hay un chico bueno y uno malo. Por defecto, se elige siempre al segundo" El tema que plantea Jeffrey Eugenides es sí puede romperse este modelo un tanto manido, ese en el que al final la chica deja al chico equivocado y se queda con su amigo de toda la vida, el que le comprende y lo daría todo por ella con la disyuntiva inicial de siempre: optar por lo que deseas irracionalmente incluso sabiendo que puede ser complicado o perjudicial para ti o hacerlo por lo que te conviente, por lo seguro, moverte por la zona de confort. En los dos sitios puedes ser feliz, eso está claro, pero hay que elegir uno u otro.  Este modelo funciona en la literatura y en la realidad, lleva haciéndolo años. Los diarios y las historias familiares están llenos de este tipo de historias con "final feliz".  Sin embargo Mitchell, el fiel compañero que parece "condenado" a ser el "triunfador" de la historia nos plantea un final alternativo.  ¿Se puede renunciar a los anhelos más profundos cuando los tienes justo en la punta de los dedos? ¿Qué es lo que te hace dejarlos escapar? ¿Es eso otro acto de amor aunque implique máxima deconstrucción (renunciar al amor por amor a la persona amada)? ¿Qué tiene un amor para ser tan “perfecto e imposible” a la vez?
 

Otro de los grandes atractivos de “La trama nupcial” es la pureza con la que Eugenides describe el ambiente universitario de Brown a principios de los ochenta. Si lo piensas bien no le resultaría complicado: él mismo se licenció allí en 1983 y “La trama nupcial” trascurre en 1982 y 1983. Curiosamente la actriz británica Emma Watson también ha cursado allí (más recientemente) estudios de literatura inglesa, la misma especialidad que Madeleine y con la que su físico podría corresponderse. Y no es que Jeffrey Eugenides necesite referentes reales porque es un mago de las atmósferas y de las descripciones pero no dejan de ser curiosas ciertas similitudes. Por otra parte es muy interesante la cantidad de alusiones al mundo literario que nos ofrece este libro. De alguna forma “La trama nupcial” es un análisis literario de la literatura así que referencias hay casi en cada página: Las ciudades invisibles” de Italo Calvino, “Finnegans Wake” de James Joyce, “París era una fiesta” de Hemningway, “Una confesión” de Tolstoi o “Las moradas” de Santa Teresa de Jesús, por citar algunas. Y claro, habiendo un fondo un tanto filosófico y místico también es normal que Nietzsche se deje caer por allí. Los amantes de la literatura se sentirán a gusto. 

Hasta ahora la literatura de Jeffrey Eugenides me había parecido impecable. Sus dos novelas anteriores (“Las vírgenes suicidas” y “Middlesex”) habrían obtenido un diez por mi parte, especialmente la segunda, uno de esos libros que recomiendas a cualquier persona independientemente de sus gustos. Esperaba mucho de este tercer libro pero “La trama nupcial” no encaja dentro de esta valoración tan positiva por mi parte. Es una novela entretenida, muy bien escrita y que es capaz de construir grandes personajes con un triángulo amoroso de los de antes en los tiempos modernos y sin desentonar ni parecer arcaico ni imposible. Eso es complicado. Y nadie puede discutir tampoco que Jeffrey Eugenides es uno de los mejores narradores de la literatura contemporánea. Pero no es una  novela que recomendaría.  Simplemente, es cuestión de gustos. 

Jeffrrey Eugenides sobre “La trama nupcial”

“Hice lo mismo cuando tenía su misma edad. Madeleine es una joven de estos tiempos que no quiere dejarse llevar por el sentimentalismo, al que considera algo cursi, y entonces decide leer a Barthes para deconstruir el sentimiento amoroso. Lee teoría para armarse contra el amor. Y, sin embargo, es en vano: sucumbirá. La paradoja con ese texto de Barthes, que es un ejercicio de deconstrucción, es que provoca el efecto inverso: mis compañeros que lo leían en la facultad terminaban en un estado incluso más sentimental. En tanto autor, me ubico frente al texto como mis personajes frente al amor: quería escribir una historia de amor pero desde una perspectiva contemporánea, es decir, experimental. Entre la escritura del sentimiento y la vanguardia literaria.” 

Jeffrey Eugenides

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