Poesía: Elogio a la ceguera

 

¿Estamos ciegos? ¿tendemos a la ceguera por naturaleza? ¿nos dejamos cegar sin oponer resistencia? ¿cuál es nuestra parte de responsabilidad en una sociedad ciega y cegadora? Todas estas preguntas lanzadas al aire son recogidas en las páginas de "Elogio a la Ceguera", un sugerente título con el que el poeta Adel Pereira parece recuperar la intención con la que Saramago escribió su famoso “Ensayo sobre la ceguera”: “denunciar una sociedad podrida y desencajada”. “Elogio a la ceguera” (Ediciones Paralelo, 2015) supone, además, un importante ejercicio de composición visual que, lejos de dejarnos ciegos, lo que pretende es abrirnos los ojos.

 

Imagino que la composición de “Elogio a la ceguera” habrá sido para Adel Pereira parte de un juego, un crucigrama de casi centenar y medio de páginas en el que destacan a partes iguales presentación -forma- e intepretación -(tras)fondo-. La forma llama poderosamente la atención del lector por el cuidado y los detalles (¿a quién no le gusta recibir un libro que tiene que leerse con una lupa de aumento que viene incorporada en la edición?) y también porque la lectura de estos poemas requiere cierto esfuerzo "físico" al enfrentarnos a diferentes tipografías y horizontes de lectura. El resultado a “simple vista” (o con la ayuda de la lupa) son unos versos que retienen nuestra atención y que por eso son capaces de marcar bien un mensaje y de incitarnos a la relectura y a la interpretación. 

Poemas para mirar “con lupa”


Respecto al fondo, a lo que ocurre guardada la lupa, cerrado el libro y bebido ese primer sorbo de curiosidad, ya con la resaca de las formas y de lo estético, el “Elogio a la ceguera” que a mi me ha contado Adel Pereira, el mensaje que yo he recibido, es que la poesía es una herramienta sensorial y el sistema un ente castrador que, además de dejarnos ciegos, tampoco nos oye e impide que lo toquemos. ¿Cómo podemos comunicarnos con él entonces? Parece una quimera, algo imposible. Alzar la voz  es una herramienta tan poderosa de acción como lo es el silencio cuando el opresor nos pide que hagamos ruido. El opresor, en este caso, nunca va a pedirnos que creemos, que seamos transversales, que alumbremos versos, y es entonces cuando la poesía se convierte en un arma eficaz para contar nuestra realidad. En todo caso hacer ruido, estar en silencio o crear son elementos de resistencia si nosotros queremos. ¿Qué tiene ver la resistencia con los poemas de "Elogio a la ceguera”? Que Ella se huele en la tinta de cada una de las páginas de este libro no como algo físico sino como una actitud vertebradora, liberadora e incluso como una figura literaria. No podemos olvidar que más allá de lo poético la resistencia es una metáfora del día a día es algo cotidiano y somos muchos los que, de una u otra forma, vivimos resistiendo, y en este sentido es muy fácil sentirse identificado con la poesía de Adel Pereira con un grado de implicación que no todos los escritores saben conseguir. 

“Elogio a la ceguera” es un compendio potente y  poseedor a partes iguales de esa dosis de creatividad que lo hace “artístico” y de esa dosis de compromiso que lo hace “social”. Si mezclamos los ingredientes tenemos una recomendable muestra de “arte social”, algo de lo que no vamos especialmente sobrados en estos tiempos. También es posible que reseñas como las de este blog se queden cortas para comentar una obra poética pero tengo que decir que para una persona no acostumbrada a la lectura de poesía es interesante encontrarse libros llenos de referencias literarias y de nombres propios (Eduardo Galeano, Vicente Huidobro o el propio Saramago por lo símil del título) que, lejos de “tapar” el de quien firma estos versos, le revierten una luz propia.

Muy agradecida a Ediciones Paralelo por este descubrimiento.

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