El “glamour” literario de la locura



Afirma Emily Reinolds en un artículo publicado en el suplemento literario del Times que echando un vistazo a los anales de la literatura éstos están llenos de locura y depresión. Hemingway, David Foster Wallace o Virginia Woolf son algunos de los nombres de los emanan letras constantemente y para los que el sufrimiento parece ser ingrediente vital en su producción artística. A esta lista podríamos añadirle otros como Alfonsina Storni, Cesare Pavese, Silvia Plath, Gérard de Nerval, Anne Sexton, Larra o Alejandra Pizarnik.

Reseñas de libros: Vernon Subutex, de Virginie Despentes


Virginie Despentes es la "fille terrible"  de las letras francesas, diva destroy punk, sátira, deslenguada y contestataria por todos los poros de su cuerpo. Eso es precisamente lo que le hizo abrirse un hueco entre las letras con su “Teoría King Kong”. Eso y un lenguaje a tercios iguales directo, decadente y violento. Porque Virginie Despentes y todo lo que le rodea es directo, decadente y violento como la sociedad que retrata (la nuestra), la cultura que describe (esta en la que habitamos o vivimos) y los personajes a los que da alas en el papel ( y que protagonizan historias demasiado familiares). Lo peor de todo es que todos somos en potencia Vernon Subutex, ese tío al que el futuro le ha robado el presente en su toda su cara. Esta es una historia de perdedores. De Despentes no podíamos esperar nunca un caballo ganador.


Reñas de libros: "Satin Island", de Tom McCarthy

 
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Hasta cierto punto hilarante, hasta cierto punto complejo y en todo momento adictivo. Es muy difícil intentar definir un libro que no es una novela al uso, un libro que tampoco es un ensayo, ni una obra de divulgación, ni una biografía, ni un informe, y que, además, no pretende ser nada de lo anterior. Puede que, como Carrère, Tom McCarthy sea también un estilo narrativo en sí mismo. Porque “Satin Island” (Pálido Fuego, 2016) es todo lo anterior y a la vez no es nada de eso. Y eso no quiere decir que sea una obra contradictoria aunque sea la contradicción lo que lleve a su protagonista, U., desde Turín hasta Nueva York en un viaje de poco más de 200 páginas. Si alguien me pregunta de qué va “Satin Island” no sabría qué decirle; si me dice que le haga un resumen de la trama, tampoco; pero si me pregunta si se lo recomiendo, la respuesta es un “evidentemente, sí”.