[cerrando el círculo


Me dispongo a escribir una reseña de “Dimos vueltas en la noche y fuimos consumidos por el fuego”. Me quema en las manos porque aunque lleva un par de semanas en las librerías,  es aún pan caliente, está recién salido del horno. Empiezo a teclear escuchando Nadadora, un grupo que también está de estreno porque acaba de sacar disco. El disco tiene una canción que se llama Sara, como la protagonista (mitad off/mitad on) del libro. Sin embargo, la canción que más me gusta del disco es  1987 que, tengo que matizar,  no es el año en el que nací. La canción empieza con una frase de esas que siempre queremos dedicar al otro… “podría pasar, toda mi vida, a tu lado”. Quién sabe, a lo mejor la Sara que protagoniza la novela de María Ruisánchez escribió estos versos en su diario, o quizá le confesó a algún amante que iba a besarle hasta sangrar. No lo sabemos. Luego me voy a 1987, el año en el que yo no nací, empecé el colegio y en el que se separaron los Smiths, y me da por imaginar que seguro que Sara, Tristán, Max, Carmen y todos los protagonistas del libro  se enamoraron alguna vez de Morrisey. Otra cierta incerteza aunque con cierto sentido. Para casi terminar, decir que yo también tengo un grupo de amigos casi treintañeros como Sara y compañía, de esos que redescubrimos la vida entre cañas sin dejar de mirar a atrás, y con la melancolía y los recuerdos me da por ponerme “Donde solíamos gritar”, de Love of Lesbian. Love, amor. Lesbian, lesbiana. Lesbianas como las T.A.T.U, que hace ya algunos años versionaron How Soon Is Now de los Smiths. ¡Cuanta casualidad en un único párrafo! Y así, el círculo se cierra por todos los lados y yo vuelvo al libro de María Ruisánchez y al palíndromo que lo presenta...   

Cuando lees “Dimos vueltas en la noche….” los círculos también se cierran.  Todo encaja, todo encuentra su sitio, todas las preguntas son contestadas. Quizá te ponga triste o te evoque recuerdos, o te parezca lejanísimo y ajeno, o te deprima, pero desde luego no te dejará indiferente.  Y eso es lo que tiene gracia. De lo más original, su reversibilidad, ya que el libro está compuesto por dos novelas independientes pero a la vez complementarias: pueden vivir la una sin la otra, incluso convivir en el desorden, pero juntas nos dan el cien por cien de la trama. Eso sí, también tengo que decir que ésta no es una Rayuela cualquiera, más bien es un ejercicio literario de genialidad que reflexiona sobre los límites,  los límites de la vida, de la muerte, de la amistad, del amor, del mundo, de todo. 

Ágil, dinámico y totalmente contemporáneo,  el libro se presenta con distintas voces que se van encontrando, complementado y haciendo eco conforme pasan las páginas. Una lectura muy recomendable sobre  todo para los que estamos interesados en explorar nuevas tendencias narrativas y acercarrnos a los autores más jóvenes e innovadores. ¿Y qué puedo decir de la escritora? María, con un debut como éste, sobran las palabras.


 

Dimos vueltas en la noche y fuimos consumidos por el fuego
María Ruisánchez Ortega
Ediciones Baladí
Septiembre 2010