[el ángel caído (del cielo)


“Todas las madres” es el último libro de Gustavo Martín Garzo .Se trata de medio centenar de relatos que ahondan sobre la maternidad, sobre madres que juegan a ser madres, sobre madres que lo son pero no ejercen como tales, madres que viven las vidas de sus hijos dejando las suyas a un lado, …madres, madres, madres. 

Personalmente me resulta curioso encontrar este libro dedicado a las madres como última referencia bibliográfica del autor porque, aunque Gustavo Martín Garzo es prolífico en letras como pocos, yo únicamente he leído una de sus obras con detenimiento y precisamente esa obra, por el contenido, es totalmente antagónica a ésta con la que empieza este post. El libro al que me refiero se llama “El lenguaje de las fuentes”, Premio Nacional de Literatura en 1994. Lo leí hace tiempo, en uno de mis primeros viajes a casa de mis padres tras venir a estudiar a Valencia, cuando los menos de trescientos kilómetros hasta casa eran eternos,  estaban llenos de atascoss y tenían carreteras en obras y camiones a sesenta por hora. Me leí el libro entero durante el trayecto a casa. Lo compré en la estación de autobuses un viernes por la tarde y  antes de llegar a casa por la noche ya lo había finiquitado. Me pareció sublime. Volví a leerlo a los pocos días y siguió pareciéndome fascinante. 
  
“El lenguaje de las fuentes” no va de madres. Al contrario. Va de un padre, un padre devorado por los celos, carcomido por la sombra del adulterio de una esposa a la que apenas conoce, abatido por el desamor psíquico y carnal, impotente ante el acoso suprahumano, complaciente por su fe ciega en algo que pudiera o no ser amor…Este padre no es otro que el pater, el pater putativo, el pp, el padre de Jesús, Jesús de Nazaret, es decir, José el carpintero. Y la forma en que el relato se presenta es todavía más curiosa que el tema en sí porque en el libro se habla de los sentimiento que pudo tener este personaje, lde as pasiones castradas, de las emociones y de las reflexiones de este hombre que posiblemente es uno de los más abandonados a nivel humano de las escrituras religiosas. Sin embargo, de nuevo, la sombra se cierne sobre el protagonismo de José. En esta ocasión, el personaje que destaca sobre el resto es Abdenago, ángel custodio de la castidad de María y, por ende, azote de los instintos carnales de José. 

Leer sobre Abdenago resulta impactante,  no sólo por la magnífica descripción física que hace  Martín Garzo (constitución humana, expresión atormentada cercana al pathos laocooteniano,  esfínteres incontrolados,  respiración forzosa,  voz metálica) o porque el autor lo dota de cualidades que según la tradición católica los ángeles  no poseen (como por ejemplo leer el pensamiento), sino por el proceso de metamorfosis desagradable, agónico y degenerativo que este ser celestial sufre cuando llega a la Tierra y que lo acerca tanto a nosotros, la especie humana más débil y degradada. 

Abdenago es un ángel caído que,  al igual que otros que rondaban a José, estaba  muy lejos, contradictoriamente, de cualquier imagen angelical. Más bien, todo lo contrario. Se le presenta como ser agresivo, violento, vengativo, dispuesto a todo, quizá enamorado de María. En todo caso, decir que he vuelto a releer el libro y sus descripciones me han vuelto a sobrecoger. 

Si no lo habéis leído, aquí va un aviso: “El lenguaje de las fuentes” es breve, es intenso, es inaudito, es distinto, está lleno de detalles y mantiene un hilo argumental de los que engancha…vamos, totalmente recomendable. 




la saudade y la Weltschmerz

La Saudade y la Weltschmerz evocan sentimientos encontrados en el ser humano: ambas están descritas como indescriptibles, ausentes de traducción alguna. Simplemente son, están, existen, aunque sea difícil explicar el significado de ambas. De la primera, dice Miguel Falabella que es lo que más duele, la saudade de un amor, de una ciudad, de un hermano que se fue, de alguien que no volverá...La Weltschmerz, por el contrario,  se remonta a un sentimiento nacido de los corazones del romanticismo, de los bécquer, de los byron, una mezcla de horror e incredulidad, de saber que el mundo real jamás atenderá a ser como lo hemos imaginado, una suerte de pesimismo absoluto hacia nuestro mundo, hacia la especie humana...tristeza, saudade y weltschmerz.

La saudade, tristeza del alma, la weltsmerz, saudade hacia con el mundo...
tristeza, tristeza, tristeza...


 





Saudade, de Miguel Falabella
Agarrarse el dedo con una puerta duele.
Golpearse la cara contra el piso, duele.
Torcerse el tobillo, duele.
Una bofetada, un puntapié, duelen.
Duele golpearse la cabeza con el borde de la mesa,
duele morderse la lengua, una carie y piedras en los riñones también duelen.


Pero lo que más duele es la saud ade.
Saudade de un hermano que vive lejos.
Saudade de una cascada de la infancia.
Saudade del gusto de una fruta que no se encuentra más.
Saudade del papá que murió, del amigo imaginario que nunca existió...


Saudade de una ciudad.
Saudade de nosotros mismos, cuando vemos que el tiempo no nos perdona. Duelen todas estas saudades.
Pero la saudade que más duele es la saudade de quien se ama.
Saudade de la piel, del olor, de los besos. Saudade de la presencia, y hasta de la ausencia consentida.
Tú podías quedarte en la sala, y ella en el cuarto, sin verse, pero sabiéndose ahí.
Tú podías ir para el dentista y ella para la facultad, pero se sabían allí.
Tú podías pasar el día sin verla, ella el día sin verte, pero sabían del día de mañana.
Pero cuando el amor de uno acaba, o se torna menor, al otro le sobra una saudade que nadie sabe como detener.
Saudade es básicamente no saber. No saber más si ella continúa sufriendo en ambientes fríos.
No saber si él continúa sin afeitarse por causa de aquella alergia.
No saber si ella todavía usa aquella mini.
No saber si él fue a la consulta con el médico como prometió.
No saber si ella se alimentó bie n últimamente por causa de esa manía de estar siempre ocupada.
Si él estuvo yendo a las clases de inglés, si aprendió a entrar en la Internet y encontrar la página del Diario Oficial.
Si ella aprendió a estacionar entre dos coches.
Si él continúa prefiriendo la cerveza oscura. Si ella continúa prefiriendo jugo de naranja.
Si él continua sonriendo con aquellos ojitos apretados...
Si ella sigue bailando de aquella forma enloquecedora... Si él continua cantando tan bien.
Si ella continua detestando Mc Donald's.
Si él continua amando. Si ella sigue llorando hasta en las comidas. Saudade realmente es no saber!


No saber que hacer con los días que son más largos, no saber como encontrar tareas que detengan el pensamiento,
no saber como frenar las lágrimas al escuchar esa música, no saber como vencer el dolor de un silencio...


Saudade es no querer saber si ella está con otro, y al mismo tiempo querer. Es no saber si él está feliz, y al mismo tiempo preguntar a todos los amigos por eso...


Es no querer saber si él está mas flaco, si ella está mas linda.
Saudade es nunca más saber de quien se ama, y mismo así doler.


Saudade es esto que sentí mientras estaba escribiendo y lo que tú, probablemente, estés sintiendo ahora después de leer...


"En alguna otra vida, debemos haber hecho algo muy grave para sentir tanta saudade..."

OVIDIOS POSTMODERNOS…

Acabo de leer “Exhumación”, un interesante relato escrito por dos jovencísimos cuasinoveles: Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez, poetisa y escritor o escritora y poeta (que más da mariapilar). La lectura del minilibro (lo de mini por el formato, sobre todo) es interesante, aunque con las referencias mitológicas lo que a mí pasa es que me despisto, y a lo mejor a ti también te pasa lo mismo, que se te va la  olla a otra parte, a lo mejor al profe de latín de nombre raro que se parecía a Ovidio, o a algún infierno cercano, o hacia algún Eros desconocido, e incluso puedes llegar a perderte entre los brazos de Amanda y Djuna…para los gustos, los colores. Ya se sabe.  Ahora, lo que si tiene “Exhumación” que no tienen otros de su (de)generación es el ritmo-irónico-sutil que te permite sumergirte en lo que llamamos el submundo moderno, con gafapastas variados, cámaras polaroid, pantalones pitillo, deejais más modernos que los chicos de la pista que ahora llevan bigotito de Cantinflas y modernas que miran con desprecio a otras modernas porque son mas modernas que ellas (esta última frase se la he pillado a los autores, me encanta). Y no es que el relato sea especialmente gamberro en el fondo, aunque si lo es el tono, el ritmo en general, en algunos de sus versos, en algunos de sus encuentros. En realidad, la realidad es tan real extrapolando lo fantástico que casi da miedo, o plorera, o asco, según los gustos. A los de Alpha Decay, joven a la par que sorprendente editorial, enhorabuena, porque cada día me gustan más.

Así, en pocas palabras: el libro me ha caído muy bien. Los chicos, la verdad, también. Muy pronto publicaremos su entrevista en Vulture.











[PEYTON PLACE

Barrio de bien con familias acomodadas. Años cuarenta. Lugar soleado, buena educación, buenas formas. Pelos masculinos engominados. Señoras con pañuelo en la cabeza. Integridad “familiar”. Respeto por los demás. Saludos cordiales por la mañana y cestita de frutas y galletitas para los nuevos vecinos. Detrás de la fachada, hipocresía, sueños rotos, maltrato familiar y doble moralidad. Muchos dicen que esta novela fue capaz de promover los cimientos de la clase media alta americana. Lo cierto es que sin duda se trata de un trabajo revolucionario para su época, una de las primeras novelas escritas por y para la sociedad de masas. Además, es uno de los primeros libros donde los personajes femeninos son capaces de librarse de las convenciones y tratar temas tabú como el aborto, el incesto o las infidelidades. Hay quienes afirman que este barrio de escándalos y tramas ocultas es el antecesor real de series como Mujeres desesperadas, Sexo en Nueva York, Melrose Place e incluso la mísmisima Twin Peaks

Con vecinos así, ¿Quién quiere enemigos? Casi 51 años después de su edición en EEUU, Blackie Books reeditó con bastante acierto este best seller hace algunos meses. Buenos días. Buenas tardes. Bienvenidos a Peyton Place.